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Avenida de Mayo

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Un proyecto, una realidad

Hacia 1880 Argentina vivía procesos de cambios. La conquista al desierto y la doctrina liberal se hacían cada vez más fuerte. La primer presidencia de Julio Argentino Roca abrió un camino cuestionado pero progresista. Torcuato de Alvear, primer intendente de Buenos Aires, puso en marcha la apertura de Avenida de Mayo. Muchas objeciones acompañaron a dicha intervención: el Cabildo sufre modificaciones (pierde por un lado tres arcadas, para abrir la avenida, y tres arcadas por el otro, para trazar Diagonal Sur).
La Recova (que dividía en dos a la Plaza de Mayo) fue demolida y la Pirámide fue reubicada donde antes estaba dicha Recova (se la aprecia desde la calle Defensa o desde la perspectiva por la calle Reconquista. La conexión entre el Poder Ejecutivo (Casa de Gobierno) y el Poder Legislativo (Congreso de la Nación) trajo aparejado un sin fin de inconvenientes. La manzana cuadrangular -de impronta colonial- se fracciona por la mitad, generando una Avenida de más de un kilómetro de largo, a la manera parisina.
Líneas municipales unificadas, lenguaje Ecléctico e Historicista, toques Modernistas y Nouveau, algunos tintes Decó, hacen del paisaje urbano algo muy difícil de encontrar en otros lugares. Al recorrerla, sentirla y vivirla como parte de nuestra memoria colectiva, uno se apropia de ella: los olores y los sabores que se perciben en el ambiente nos van estableciendo límites y uno logra aprehenderse su espacio urbano.

La concreción de este majestuoso proyecto comenzó hacia 1884, inaugurado el 9 de julio de 1894. En su eje se luce orgulloso el primer rascacielos de Buenos Aires, el Palacio Barolo (destronado por el edificio Kavanagh hacia 1936). Sobre su subsuelo se trazó la Línea A de subterráneos, la primera de Sudamérica.
Los principales diarios de época estaban allí, La Prensa, Crítica. Sin adentrarse en datos enciclopédicos, la Avenida fue y es centro de nuestra vida social y política, testigo viviente de revueltas y festividades. Cerremos los ojos y dejemos volar nuestra imaginación, visualicemos su esencia y aprendamos a cuidarla.

¡Mantengamos viva su historia!

Arq. Rodolfo de Liechtenstein
http://tallerdearquitecturaydelarte-rudolf.blogspot.com

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