Un nuevo ícono acaba de sumarse al paisaje urbano de Saavedra, en la intersección de Panamericana y General Paz: el edificio Intecons, una torre de hormigón y vidrio firmada por M/SG/S/S/S.

En los últimos años, la fisonomía de estos confines de la ciudad, caracterizada por las casas bajas, la fábrica Philips y un enclave de viviendas sociales, el Barrio Mitre, comenzó a cambiar. Se levantaron torres de vivienda sobre la Av. Ruiz Huidobro, Lier-Tonconogy proyectó el edificio Panamericana Plaza (hoy identificado con la firma de celulares Personal) y, en un gran predio que iba a ocupar un supermercado, emergió el DOT shopping. Contiguo a él, la torre Intecons viene a reafirmar el crecimiento de la zona.

Los primeros desafíos que enfrentaron los arquitectos tuvieron que ver con la implantación. Por un lado, la forma triangular del terreno y las características del entorno: el impacto del shopping y la cercanía de la autopista, más un centro de educación infantil que debió construir la desarrolladora dueña de DOT en un lote contiguo. La otra cuestión determinante fue el desnivel del terreno, con unos 6 metros de diferencia entre las dos calles que cierran el triángulo y contienen a los accesos.

“Hay poco hábito de terrenos en desnivel en la ciudad de Buenos Aires, y eso fue lo que más trabajo nos dio en el arranque”, confiesa la arquitecta Josefina Santos, a cargo del proyecto. Sin embargo, Santos se muestra más que satisfecha con los resultados, ya que considera que ese desnivel de la implantación es una de las marcas de identidad de la obra.

En un principio se había pensado en nivelar el predio, pero después, dado el nivel del DOT, se consiguió que el Gobierno de la Ciudad considerara como planta baja la que está a la altura de la calle más alta. “De otro modo, el edificio nos hubiera quedado hundido respecto del nivel del shopping”, dice Santos.

La torre, cuya planta libre ocupa apenas el 30 % de los 5.800 metros cuadrados del total del terreno, se implantó en la parte más alta. El resto se parquizó y se destinó a estacionamientos de cortesía, expansión de la cafetería y mini cancha de fútbol para los empleados.

La circulación entre los accesos se resolvió creando una calle interna que une la entrada principal (peatonal y vehicular, en la zona alta, sobre una calle aún sin nombre) y con la vehicular (sobre la calle Arias).
En dos subsuelos, por debajo de los estacionamientos de cortesía, se ubicaron las cocheras para 240 vehículos. Sobre el estacionamiento se construyeron muros de contención con piedra y verde para lograr continuidad con las barrancas originales del terreno.

“Al ubicar el edificio en el centro del predio y aplicar el principio de planta baja libre, es posible dejar áreas cubiertas del hall libres de cerramiento, en conexión con el espacio abierto, de modo de poder contar con vistas largas hacia el exterior”, explica la arquitecta.

Se logró una resolución atípica, ya que la torre consta de un basamento en forma de prisma, con un retiro recostado en dos de sus vértices, que reduce a la mitad la superficie de las plantas entre los pisos 13 y 23, las cuales se ubican teniendo como eje la diagonal del cuadrado que configuran las plantas inferiores.

“El volumen que resulta de la continuación de los módulos opuestos por el vértice de los pisos inferiores, posee en el centro una pieza que lo unifica con el resto de la torre”, detalla Santos.

En todos los pisos, los núcleos y los servicios se disponen en el centro de la planta para luego prolongarse en altura como un volumen vidriado, independiente, que se eleva sobre las oficinas, oculta la sala de máquinas y se constituye como marca visual del edificio. Esta estrategia proyectual genera la ilusión de un prisma transparente y leve, envuelto por un volumen complejo, tramado y contundente. Así, el diseño ayuda a que el edificio consiga peso propio frente a sus vecinos y permite ganar vistas abiertas en los pisos altos.

Las caras exteriores, en tanto, se resolvieron como masas murarias de hormigón, perforadas por los vacíos de las aberturas. El sistema de vanos está modulado cada 1,83 metros, medida que equivale a tres módulos de cielo raso.

La volumetría básica, en tanto, está compuesta por cuatro lóbulos o cuadrantes que componen el cuerpo inferior y dos cuadrantes que se continúan componiendo la mitad superior del edificio. La modulación que articula esta volumetría se evidencia en los frentes a partir de buñas que horadan la superficie e interrumpen la continuidad de la fachada para enfatizar el juego volumétrico de las partes.
Ya inaugurado, el edificio Intecons se yergue sobre sus columnas blancas, en lo alto de una barranca, como si estuviera parado sobre un pedestal. La planta libre, con un frente vidriado y ondulado, ayudan a integrarlo con el verde del parque. “En un principio –recuerda Santos– se había pensado en una reja perimetral del lado de Arias (la calle que da sobre el Barrio Mitre) pero luego se resolvió con elementos paisajísticos como arbustos y pilares de madera”.

El hall, dispuesto en el centro de la planta, permite la vista abierta de un lado al otro del edificio y hace que el lobby gane en amplitud y espacialidad. En la planta baja, además de la recepción, equipada con mobiliario de diseño, se ubicó la cafetería, con una expansión para disfrute de sus ocupantes. “Hace un tiempo –comenta Santos ante las marcas de pisadas– era impensable que los empleados de un edificio de oficinas de cierta categoría vinieran a trabajar en zapatillas, pero se ve que utilizan esta expansión para almorzar, o charlar y circulan por encima de los muretes”.
Más allá de estos detalles, el edificio Intecons logra satisfacer a todos, al comitente, por su eficiencia y su carácter icónico; y a los usuarios, porque conforma un ámbito de trabajo agradable, con zonas para el descanso.

Fuente: Clarín, Suplemento Arquitectura