por Arq. Guillermo Tella, www.guillermotella.com

Un tanto olvidado por la manualística, el arquitecto e ingeniero italo-argentino Francisco Salamone adquiere brillo propio a partir de la reivindicación de un legado colosal que ha dejado con su obra en nuestras pampas.

Salamone nació en Sicilia (Italia) en 1897. Al poco tiempo se trasladó junto a su familia a Buenos Aires. Egresó del Colegio Otto Krause y se graduó de arquitecto e ingeniero en la Universidad Nacional de Córdoba en 1917.

En la década de 1930 inicia una modernización de la obra pública en 25 municipios del interior de la Provincia de Buenos Aires, tal como: Guaminí, Urdampilleta, Saldungaray, Puán, Laprida, Rauch, Carhué, Tornquist y Carlos Pellegrini.

En una década construyó más de 60 grandes obras, entre las que prevalecieron: edificios municipales, portales de cementerios, plazas y mataderos. Su obra se caracteriza por una delicada combinación de monumentalismo, art decó, racionalismo y futurismo.

El portal del Cementerio de Saldungaray, concluido en 1940, da cuenta del valor de su producción arquitectónica. Con un dominante estilo Art Déco, se reconocen influencias del Futurismo italiano, donde se exalta la técnica como estandarte cultural.