Son alumnos de Arquitectura de la Universidad Católica de Córdoba que intervienen en el barrio Villa Rivadavia, para aprobar una materia

Cada sábado por la mañana es especial en Villa Rivadavia, un humilde barrio ubicado en el extremo sur de la ciudad de Córdoba. Es que los vecinos esperan con ansias la llegada de un grupo de jóvenes estudiantes de Arquitectura de la Universidad Católica de Córdoba (UCC) para que los guíen en el mejoramiento de sus viviendas.

Todo se da en el marco de un programa a cargo de la cátedra de Problemática Sociohabitacional de la Facultad de Arquitectura de la UCC. Para aprobar la materia, los alumnos deben ir al barrio y ayudar a las familias a mejorar su calidad de vida.

El programa se remonta a los trabajos de voluntariado que realiza la universidad en la zona desde 2006.

Un año después, surgió la necesidad de realizar los planos del barrio para la ejecución de la red de agua potable y se consiguió financiamiento del Servicio Latinoamericano, Asiático y Africano de la Vivienda Popular (Selavip).

Con la conjunción de esos elementos, se comenzó a trabajar de manera programada y se evolucionó hacia un proyecto más avanzado: guiados por docentes, los alumnos analizan la situación habitacional de familias seleccionadas, se deciden las mejoras más urgentes y, con tres mil pesos, se adquieren los materiales para que los propios vecinos construyan.

“Se hacen pequeñas intervenciones a nivel familiar, bajo la autoconstrucción para que los vecinos puedan mejorar sus viviendas”, explica Daniela Gargantini, titular de la cátedra y vicerrectora de la UCC. “En el barrio, hay casitas precarias que adolecen de técnica”, agrega la docente.

Gargantini y las profesoras Laura Basso y Elisa Iparraguirre realizan el acompañamiento de los estudiantes, y evalúan sus trabajos. “Acá tienen la primera oportunidad de manejar presupuestos y trabajar con un cliente, así que es una práctica profesional muy importante”, subraya la titular de cátedra.

Además de la mano de obra, los propietarios devuelven unos 150 pesos como retribución simbólica por el asesoramiento.

Un techo para Juan. Juan Hernández es plomero y construyó su humilde casa de Villa Rivadavia el año pasado. Pero cada vez que llovía, las paredes quedaban cubiertas de agua lo que, sumado a la precaria instalación eléctrica, constituía un combo peligroso.

Pablo Sánchez Sarmiento, quien a los 50 años retomó la carrera de Arquitectura, explica que la vivienda de Juan tenía los cables sueltos y que se arrancó con esa solución. “Otra de las inquietudes imperiosas era un baño”, dice.

Hoy, con la ayuda de los estudiantes, la casa de Juan tiene un techo firme e impermeable y la instalación eléctrica está correctamente colocada.

El sábado trabajó codo a codo con los estudiantes, demarcando lo que a futuro será el baño de su vivienda. “A los chicos los conocí porque veía que venían al barrio y traían materiales”, comenta Juan, rodeado de su mujer y sus dos hijas.

“Nos arrimamos a ellos, y les preguntamos cómo era el sistema. Ellos nos explicaron y nos anotaron en la lista de espera. Y dos meses atrás comenzamos a trabajar”, agrega el hombre.

Al igual que Juan, en este semestre son cerca de 15 las familias beneficiarias, número que trepa a 50 si se enumeran todos los vecinos que trabajaron con los estudiantes desde 2008.

El contacto con los vecinos se pudo afianzar gracias al trabajo previo de los voluntarios que dan apoyo escolar, cuentan Graciela Franchini y Leandro Pibeta, encargados de esa área en la Católica.

En otro sector de Villa Rivadavia, los estudiantes Antonio Maymó y Ricardo Terán están trepados a un techo probando unas chapas en la casa de Nelson Molina. Él es carrero y albañil, y apura a los futuros arquitectos ya que quiere encender el fuego para el asado que compartirá con su mujer y sus dos hijas.

Para continuar los trabajos, la cátedra de Problemática Sociohabitacional depende del financiamiento del Selavip, o de que se consiga otra fuente de apoyo económico.

Fuente: La Voz del Interior, 28/06