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Obra de Rafael de la Hoz (h), el campus reúne en sus cuatro edificios las funciones que ocuparían una torre de 41 pisos, y se integra al renovado barrio residencial, en el terreno de una ex estación de servicio.

En torno a un jardín central abierto se levantan cuatro edificios de cinco pisos que en su conjunto, contienen la nueva sede corporativa de Repsol en Madrid, sumando 123.000 m2 de oficinas y espacios comunes, con interiores flexibles, que buscan la luz natural. Ubicado en una antigua zona industrial del sur de Madrid en plena transformación, este complejo donde las zonas verdes ocupan un tercio de la superficie total, ha reemplazado una gran estación de servicio de la propia empresa.

Cuando en 2007 recibió el encargo de diseñar una nueva sede que agrupara todas las áreas corporativas de la compañía, Rafael de La Hoz (h) planteó un conjunto de edificios alrededor de un patio ajardinando que funcionara como lugar de encuentro. Un espacio arquitectónico ya probado en los campus universitarios y que se repite a lo largo de la historia, “desde la familia con el patio romano hasta el claustro medieval. De ahí surge la idea de crear para Repsol un campus empresarial” explica de La Hoz.

Los edificios del Campus Repsol están conectados por pasarelas con la idea de “estar juntos en todo momento, flexibles, abiertos, circulables alrededor”. Un planteo arquitectónico que quiere facilitar la comunicación y el intercambio entre las casi 4.000 personas que trabajan allí. Estructuralmente, 105 grandes marcos de acero, de 50 toneladas de peso y casi 24 metros de alto, envuelven los edificios y definen su imagen. Este sistema de pórticos o costillas responde al carácter industrial de Repsol: un pórtico repetido, con un ancho y un alto fijos, como en un proceso Industrial. En estos pórticos se alojan las cajas que contiene las funciones, que pueden albergar los espacios de oficina con un grado muy alto de libertad. Esta estructura de acero se apoya directamente sobre un gran zócalo, que actúa como planta baja y donde se alojan las zonas comunes como el auditorio, los servicios de salud o el centro de convenciones.

Los pórticos contribuyen a solucionar uno de los principales problemas de la edificación en España: dejar entrar la luz pero no el calor. Estas grandes costillas proyectan sombra sobre las fachadas acristaladas del edificio sin cegarlas y su construcción ha supuesto todo un reto de ingeniería. La estructura exterior de acero sirve como marco para los 45.000 m2 de vidrio que forman la fachada y que definen otro de los rasgos fundamentales del campus: la luz natural y la transparencia del conjunto. “Hemos buscado que desde cada punto del edificio haya siempre una percepción de luz, siempre estés viendo el exterior y el jardín” o las terrazas ajardinadas “que se van disponiendo hacia arriba”, explica de la Hoz.

El proyecto paisajístico de Tilman Latz, uno de los grandes paisajistas del momento, fue básico en la concepción de un edificio pensado para reunirse en torno a un espacio vegetal, natural. Un jardín central está recorrido por el agua, que surge de un lado para terminar sobre la cafetería en cascada.

Las zonas verdes también ocupan el perímetro, las terrazas y las azoteas y en ellas crecen especies adaptadas al clima de Madrid, desde pinos hasta tomillo, con una mínima necesidad de riego: “sustentables, igual que el edificio”, acota el proyectista.

El Campus Repsol es una sede abierta al barrio y a los visitantes, con un gran hall de entrada y aberturas en sus esquinas, “un campus urbano”, integrado en la ciudad.

ALGUNAS CIFRAS

100 árboles autóctonos, regados con agua reciclada.

12 m2 de vidrio por persona, permite luz natural y vistas a la ciudad y ll claustro verde.

3.800 personas en puestos de trabajo con áreas de encuentro y espacios exteriores para trabajar.

100% de energía renovable.

1700 m2 de paneles fotovoltaicos.

300.000 l de agua de lluvia almacenada en reservas para riego.

65 plazas para automóviles eléctricos.

250 plazas para bicicletas.

Fuente: AEV