Sin acceso al dólar, las familias usan lo que ahorran para refaccionar la casa o hacer la pileta. Comercios reconocen repunte de ventas.El verano pasado, cuando Cristina renegó media mañana para poder doblar y guardar los caños de la vieja pileta de lona, prometió en voz alta: el año que viene hacemos la pileta de material. Los chicos la escucharon y, como todos los veranos decía lo mismo, no le creyeron. Pero, hace exactamente una semana, el sue ño se cumplió, y la familia entera se zambulló en una pileta de fibra de vidrio de tres por siete metros que les costó 37 mil pesos, con vereda y filtro de última generación.

La hicieron no por el cansancio de replegar la lona ni por presión de los chicos, sino porque no sabían qué hacer con unos pesos sobrantes. Tenían 20 mil pesos y financiaron el resto en 12 pagos.

La incertidumbre se repite, al punto que no es fácil conseguir turno para construir una en el fondo o colocar las prefabricadas. En los barrios, es común ver contenedores en la puerta de las viviendas y albañiles haciendo alguna refacción. Son obras pequeñas: alguna ampliación, la terminación de una habitación, la renovación de un baño o el techado de un garaje. Insumen entre 10 mil y 50 mil pesos, y, por lo general, se apalancan con los planes largos de las tarjetas de crédito, reservando el efectivo para la mano de obra.

Se advierte un nuevo impulso de la actividad en los cuatro últimos meses, desde que el Gobierno cerró por completo a los ahorristas el acceso al dólar oficial. De hecho, el índice Construya (que releva la actividad de los principales proveedores de insumos para la construcción) subió 13 por ciento en agosto, respecto de abril.

El denominador común es que las familias que tienen algún margen de ahorro –que probablemente antes iba al dólar– ahora va a una mejora en el hogar. Es una opción más entre los que se apuran a renovar el auto, o compran una computadora más moderna, o deciden hacer un viaje.

“Las inversiones menores se dirigen sobre todo a la construcción, en rubros tales como reparaciones, ampliaciones u obras de pequeño porte, como casas o edificios de pocas plantas financiados con ahorro de los futuros propietarios”, sostiene el economista Juan José Llach, en el último informe del IAE de Universidad Austral, en el que pronostica un repunte en la economía al final de 2012.

Javier Sanz, del área de marketing de Zárate, aseguró que hay más consultas. “La gente pregunta por el acopio de materiales y aprovecha las ventajas de operar de esa forma. Congela precio y retira todo más adelante”, dijo. Reconoció que se asocia el ladrillo al ahorro, y tipificó al comprador tipo como alguien que tiene pesos ahorrados sin otra opción que comprar materiales. En Zárate, las ventas crecen entre dos y tres por ciento mensual, neto de inflación, desde mayo pasado.

En otra gran cadena de venta de materiales, reconocen una mayor actividad, pero siempre y cuando el comprador tenga certeza de que tiene o tendrá toda la plata. “La inestabilidad hace que mucha gente tenga temor y, por ende, más precaución al usar sus ahorros”, explicó.

Piletas, a pleno. Para los pileteros, septiembre ya es un mes de plena actividad. “Estamos en temporada alta, porque quien la hace ahora tiene tiempo de que le crezca el pasto y la disfruta a pleno; el que la hace en noviembre pasa la temporada en el barro”, dice Marcelo Duckwitz, de la fábrica cordobesa de piletas Bahía. Allí están otorgando turnos para noviembre, con 15 piletas en espera.

En Igui, de origen brasileño, también la actividad está movida. “Tuvimos un invierno atípico, durante el que vinieron muchos buscando el descuento que teníamos, del 20 por ciento”, dicen en el local. Aseguran que el perfil clásico es de compradores que antes preservaban sus ahorros en el dólar y, ahora, no tienen más opciones que gastarlos. “Incluso, pueden comprar y pagar en 10 cuotas, pero instalarla unos meses después”, dice.

Para Eduardo Piccini, propietario de Indus-Plast, la más grande en la provincia, los descuentos y bonificaciones han impulsado la colocación de piletas. “Un bien que, por ahora, no hay que registrar”, indicó.

Aseguró que las ventas superan en 10 por ciento a las registradas a septiembre del año pasado. A diferencia de otros años, esta vez la demanda empezó mucho antes, en mayo y junio. En Indus-Plast instalan en promedio una pileta diaria. “En mayo, eran dos piletas por semana; ahora, estamos entre cuatro y cinco”, dijo Piccini. Una pileta “pelada” y sin instalación, de seis por tres, está en unos 15 mil pesos. Con vereda, filtro y colocación, el precio se duplica.

Fuente: La Voz de Córdoba, 21/09