Por Mauricio Peñas Colli,
diseñador del equipo de Unimate (www.unimate.com.ar)

Ya sea para ambientar una casa o para darle forma a un espacio de trabajo, contar con la visión profesional de un diseñador de interiores es fundamental para poder generar ambientes armónicos. Por eso es bueno tener en claro qué es lo que vamos a necesitar de él y qué debemos saber antes de contratarlo.
Lo primero que tiene que suceder es cierta magia que se debe dar entre el cliente y el profesional, algo que haga que la persona se siente identificada, ya sea por la personalidad o las producciones que ha visto del diseñador. Quien consulta deposita su confianza en el decorador, y éste debe darle el resultado deseado. Por eso en el encuentro inicial hay que realizarle ciertas preguntas al dueño de casa u oficina, como: qué idea tiene, qué tipo de ambientes busca y si tiene estilos de referencias.
En base a esta charla el diseñador arma una propuesta y durante la devolución se empiezan a delinear los ajustes de color, tamaños, reubicación de muebles. Esto se puede presentar mediante un render para imaginar el espacio completo y ver la distribución.

Desterrar mitos

Contratar a un interiorista no es una opción cara, pues en algunos proyectos con poco se puede hacer mucho. En ocasiones, sólo con toques de color el ambiente cambia. El diseñador hace que el ojo vea lo que uno quiere y no lo que se desea ocultar. Un error frecuente es sobrecargar los ambientes, en esos lugares la vista no descansa.
En todos los espacios, y sobre todo en los corporativos, es necesario mantener un equilibrio entre funcionalidad y estética. Si no se da esta calidad espacial el trabajo no es útil. Debe ser una propuesta real además de linda. Por otro lado, en las oficinas, es muy importante la distribución de los puestos de trabajo para que haya una buena circulación.
Hoy hay mucha oferta de producto, por eso en la elección entra en juego la calidad que se busca, pues ésta asegurará una vida útil más extendida. Los ambientes deben tener un hilo conductor, esto es lo más importante pues le dará identidad al proyecto.
Como la vida moderna tiene otra velocidad, el equipamiento debe acompañar ese ritmo tanto en los hogares como en los trabajos. Por eso se optan por muebles que puedan responder a varias necesidades, se mezclan los materiales y dejaron de usarse los juegos iguales para ir amalgamando distintos estilos.
Un desafío con el que los diseñadores se enfrentan seguido es poder darle al cliente el ambiente que buscan y que pueda conservar cierto equipamiento que tiene valor afectivo. En las casas esto es importante porque al verlo sienten que están en su lugar, y en los trabajos también porque les remite a una idea de pertenencia incluso estando fuera del hogar.
La oferta es variada, contar con el asesoramiento adecuado ayuda a resolver de la mejor manera.