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Cómo diseñar una buena plaza

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por el Lic. Fabio Márquez

A lo largo de la historia de la ciudad occidental, la plaza surgió como el espacio colectivo de socialización y encuentro por excelencia de sus habitantes.

Con el correr del tiempo se la fue modificando en función de parámetros culturales y urbanísticos, y actualmente tenemos conceptos confusos sobre lo que debe ser una plaza.

En nuestro país se cruzan modelos decimonónicos con el Movimiento Moderno; prioridades sociales encontradas, con prioridades ambientales; equipamientos obsoletos con equipamientos incómodos (supuestamente actuales). Y podríamos seguir enunciando cuestiones encontradas, desordenadas e imprecisas.

Para acercarnos a la evaluación de la calidad de un espacio verde urbano, y comprender su funcionalidad, deberíamos pensar en parámetros paisajísticos, ambientales, sociales y urbanos.

La impronta en el paisaje que genera un espacio verde público es evidente. Por ello la elección de la fisonomía y la estética que aporte la plaza, es calificadora positivamente o no del entorno urbano, y de la valoración de sus usuarios y visitantes en función del placer de disfrutar de colores, texturas, aromas, movimiento o cambios estacionales.

Los sentidos estimulados especialmente por el material vegetal ornamental, la oferta de lugares de contemplación o sorpresa, los equilibrios entre los espacios vacíos con los llenos, el sol y la sombra, son todas cuestiones que deben componer el sitio de manera armónica, equilibrada y agradable.

El aporte a la calidad ambiental de una plaza ya es valorado por la población en general, particularmente por la acción de los árboles en contribuir a mejorar la calidad del aire. Pero hay otros aspectos ambientales que no son tan divulgados, como la capacidad de absorción de agua de lluvia por suelos permeables, la elección de especies vegetales que sean autóctonas de la región, el manejo sustentable en la construcción y mantenimiento de la plaza, por el menor uso posible de agroquímicos o el no derroche de agua para riego. También la plaza es soporte de fauna, como aves y mariposas, constituyendo espacios de biodiversidad en la ciudad.

Desde el punto de vista social, la plaza debe ser integradora, inclusiva, promotora de tolerancia, respetuosa de la diversidad, y funcional a las necesidades de sus usuarios reales. Estas cuestiones son parte del diseño, son parte de la gestión cotidiana y son formadoras del modelo de sociedad democrático deseado. Que la población participe en el diseño y en la gestión posterior del lugar, ofrece un sentido de pertenencia colectiva que mejora la calidad del espacio público, estableciendo espacios para los acuerdos, el control ciudadano y la relación gobernantes-gobernados.

Una cuestión sensible desde lo social es que la plaza no tenga barreras arquitectónicas, siendo transitable y accesible para todas las personas. También es muy importante el tratamiento dirigido hacia los niños y niñas, entendiendo que toda la plaza es para que ellos la disfruten, pudiendo en algún punto tener un equipamiento específico. Pero no es correcto restringirlos a sitios de corral ofreciéndoles un discurso discriminatorio y restrictivo, que no se justifica por cuestiones mal gestionadas sobre higiene y seguridad.

En cuanto a lo urbano, las plazas son nodos que articulan la trama construida, poniendo el foco en un sitio que referencia a un barrio y donde sus habitantes se relacionan.

La integración de la plaza en la ciudad tiene que ver con el tránsito vehicular y el transporte automotor, las calles que convergen en ella, la conectividad peatonal y por ciclovías. También la presencia comercial que contengan los sectores lindantes al espacio verde público: los bares, heladerías o kioscos pueden generar interacciones favorables. Desde lo institucional, la convergencia de la plaza con la cercanía de escuelas, hospitales, iglesias o centros culturales potencia situaciones y relaciones sociales.

Concluyendo, podemos decir que entre otras cuestiones importantes, la plaza:

- debe ser lo más verde posible (pero con colores, cambios, variedad),

- tener la menor cantidad posible de equipamientos construidos y que realmente sean necesarios,

- con espacios para diversos usos y usuarios,

- con bancos que tengan respaldo y apoyabrazos (las embarazadas y ancianos, agradecidos),

- con iluminación que ambiente el paisaje nocturno y no solamente brinde mucha luz por seguridad,

- sin escalones ni obstáculos caprichosos,

- y con juegos infantiles actuales y seguros.

La buena plaza es la que todos podemos disfrutar, la que enorgullece al barrio y sirve a la sociedad con alegría, solidaridad y democracia.

(*) Fabio Márquez es docente en Integral Instituto de Diseño, www.integral.edu.ar .

Lic. en Diseño del Paisaje (UMSA), especialista en espacios verdes y gestión pública. Asesor de organismos públicos y privados; Docente y autor de publicaciones sobre Paisaje y Biodiversidad Urbana; Conferencista en eventos nacionales y del extranjero; Recibió premios internacionales; Desarrolló una metodología para la participación social en el diseño de plazas y parques.

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