A fines de 2007, cuando asumió su primer gobierno, el macrismo aseguró que apuntaba al “ bache cero ” en las calles porteñas. Durante los primeros meses hubo varios frentes de obra simultáneos. Pero con el transcurso de los años y la falta de inversión, de a poco Buenos Aires volvió a minarse de cráteres. Ahora, la Ciudad busca recuperar la iniciativa: a partir de hoy habrá 15 nuevas cuadrillas tapando agujeros con la promesa de eliminar 3.400 en un mes.

El 1° de octubre pasado el Ministerio de Espacio Público porteño puso en marcha un plan de pavimentación , para lo cual contrataron a 13 empresas que tendrán a su cargo atender las 15 Comunas, donde repavimentarán 600 cuadras y harán el mantenimiento de otras 500 . Además, se agregarán otras 15 cuadrillas para recuperar “el atraso que provocaron las lluvias extraordinarias de estos meses”, explicaron en la Ciudad.

En 2007, el macrismo había dicho que en Buenos Aires existían 17.560 baches. Hoy hay un stock permanente de unos 4.000, pero en los últimos meses se agregaron 1.394.

“A pesar de que se solucionaron 4.800 reclamos de los vecinos durante este año, queremos reforzar nuestra capacidad de ejecución para tener una ciudad más transitable”, agregó el ministro Diego Santilli. Este año se llevan reparados 250.000 m2 de calzadas, con un promedio de 1.200 baches por mes. Se cerraron 7.125 aperturas hechas por empresas de servicios públicos.

Ahora, ¿por qué hay tantos baches? El principal problema son las cerca de 1.000 aperturas mensuales de las empresas que rompen el suelo para hacer reparaciones.

En el 70% de los casos las prestadoras de servicios públicos declaran que deben abrir la calzada por una situación de emergencia, para evitar pagarle al Gobierno porteño para que haga la obra, lo que les cuesta $ 1.203,71 por metro cuadrado. Tras la reparación, la empresa está obligada a hacer un cierre provisorio, colocando una capa de asfalto de servidumbre con los contornos marcados o un chapón. Según explicaron en Espacio Público, para apurar los tiempos de trabajo las empresas de servicios públicos hacen todo de una sola vez, por lo cual la calle se vuelve a hundir porque el suelo no fue debidamente compactado.

A esto se le suma el agua, tanto por las pérdidas que sufren los caños de AySA como por las lluvias. En agosto cayeron 228 mm. de lluvias, lo que no sólo deterioró el pavimento sino que impidió que trabajaran las cuadrillas, porque el bacheo se hace con materiales a altas temperaturas que necesitan un clima seco para fraguar. El agua va arrastrando las piedras que forman el pavimento y lo va pelando, o bien se cuela por las fisuras y va socavando el suelo. El Gobierno promete colocar una mezcla asfáltica con polímeros que evita esa acción del agua, técnica que ya probó con buenos resultados en la repavimentación de Diagonal Norte.

El problema del suelo también afecta a las calles con adoquines, que son un 15% de las 26.000 cuadras que hay en la Ciudad. Por problemas en la colocación o falta de mantenimiento, muchas de las cuadras del Casco Histórico están muy difíciles de transitar. Se suman dos factores: reparar una cuadra adoquinada cuesta cuatro veces más que una común , porque hay que poner cada adoquín manualmente. A esto se le suma que no muchos obreros saben ponerlos ni hacer correctamente la base de hormigón y piedra, por lo cual al poco tiempo de reparado el empedrado se vuelve a deformar.

Este plan especial anunciado por Espacio Público busca compensar el atraso que se fue sumando durante los últimos años, especialmente por la caída en la inversión.

Si bien los presupuestos destinados a bacheo desde 2008 a hoy fueron similares, la inflación fue erosionándolos.

Para el año que viene, la Ciudad adelantó que repavimentará 2.300 cuadras, además de trabajar en la demarcación horizontal y otras tareas. Además, prometen reparar 20 cuadras de adoquines y hacer el mantenimiento de otras 15 en el Casco Histórico.

Fuente: Clarín, 22/10