Presentarán ante el Concejo Deliberante un proyecto alternativo a la reforma del Código de Edificación de la ciudad de Mendoza que impulsa el intendente Fayad.
Desaconsejan que se construyan edificios linderos a parques que impidan el ingreso de aire fresco a la ciudad.
Aunque coinciden en la necesidad de densificar la ciudad para evitar que la población se traslade al pedemonte o áreas cultivadas, diversos especialistas plantean que el nuevo código de edificación que propone el Ejecutivo de Capital podría tener efectos negativos.

Las grandes diferencias de altura en una misma manzana y el elevado número de pisos permitidos en ciertas zonas provocarían que las edificaciones más bajas no accedan a la luz solar ni a la brisa nocturna. Esto obligaría a consumir más energía para climatizar los edificios. También se vería afectada la arboleda.

Se reunieron técnicos del Laboratorio de Ambiente Humano y Vivienda (Incihusa – Conicet), del Consejo de Desarrollo Sustentable y del Colegio de Arquitectos de Mendoza para elaborar en forma conjunta una propuesta alternativa a la de reforma del código de edificación de Capital que presentó el Ejecutivo al Concejo Deliberante.

El proyecto debía tratarse el martes, pero como estas entidades presentaron notas con objeciones y sugerencias, se pasó a un cuarto intermedio hasta la semana que viene. Además, acordaron organizar un encuentro para que los especialistas puedan presentar su visión a los concejales, que se realizará mañana por la tarde.

En primera instancia los técnicos destacaron que el municipio propone incrementar la cantidad de habitantes, lo que consideran positivo para evitar que se construya en zonas de fragilidad ambiental, como el pedemonte, o que se pierdan terrenos cultivados. También resaltaron que se conserva el corazón de manzana (el núcleo central, que se mantiene con verde y dispersa el calor) y que se avanzó en la micro zonificación.

Sin embargo, señalan que se podrían dar importantes desigualdades en las alturas de las construcciones en una misma manzana. Por ejemplo, en la zona que se ha denominado Central 3 se permiten estructuras de 3 niveles (9 metros) como mínimo y 24 (72 metros) como máximo, es decir una diferencia de 21 niveles o 63 metros.

Este contraste haría que se pierda la homogeneidad de los sectores y se deteriore el paisaje urbano. En cambio, proponen, por un lado, bajar las alturas máximas, ya que las estructuras muy altas limitan a las colindantes el acceso a la luz solar en el invierno y a las brisas nocturnas en el verano (lo que implica un uso adicional de energía para calefaccionar o refrigerar los interiores). Y por el otro, apuntan a que se reduzca a sólo dos niveles la diferencia entre la cantidad máxima y mínima de niveles a levantar.

Asimismo, si bien consideran positivo que se densifiquen ciertas áreas que están deprimidas y cuentan con infraestructura de servicios, resaltan que se deben resguardar los sectores residenciales. En este sentido, se mostraron en contra de que pueda llegarse de 6 a 8 niveles en estas zonas y señalan que sólo deberían edificarse 1 o 2 niveles.

También plantean que habría que evitar las barreras de edificios en altura en arterias linderas a parques para que no frenen los vientos. Esto, en referencia a la propuesta de que se pueda llegar a los 8 pisos en ciertos tramos de Boulogne Sur Mer.

Otra de las preocupaciones de los técnicos es que las mayores alturas podrían terminar de dañar el arbolado público, y subrayan que ya está en malas condiciones por la falta de agua, la contaminación del aire y del suelo, y principalmente por la acción destructiva de la poda que consideran en la mayoría de los casos innecesaria.

Esto, sumado a la mayor masa construida, incrementaría el efecto conocido como isla de calor urbana: en las ciudades se registran varios grados más de temperatura que en el entorno. Por eso, también insisten en la necesidad de incluir en esta etapa -pese a que está previsto en una instancia futura- ciertos parámetros de eficiencia energética en las construcciones.