Un documental sobre Livingston y una ficción de Edgardo Castro abrieron la Competencia Argentina

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LivinEl documental “Método Livingston”, de Sofía Mora y que nos introduce en las ideas y la vida del arquitecto Rodolfo Livingston, y el filme de ficción “Familia”, segundo largo del realizador Edgardo Castro y que propone una experiencia excesivamente naturalista para pintar una abúlica familia en Navidad, abrieron hoy la Competencia Argentina del 21 Bafici.
Con epicentro en el complejo Multiplex del barrio de Belgrano, el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente, que se desarrollará hasta el próximo domingo 14, arrancó en el apartado exclusivo para el cine local con buen viento a favor y dos películas que, cada una con sus armas, lograron interesar.
En primer turno se vio el documental sobre Rodolfo Livingston, además de un notable arquitecto y agudo intelectual un personaje cinematográfico que completa él solo la pantalla y que lleva a la audiencia por distintas sensaciones.
El análisis del sentido profundo de la arquitectura relacionada con los pueblos y sus espacios de vida, la exploración de su original método de trabajo, su experiencia con vivienda social en la Cuba revolucionaria de comienzos de los 60, todo regado de inteligentes acotaciones y muy ingeniosos momentos, que mueven a risa en numerosos pasajes, contando con la complicidad de eventuales conocidos con que se cruza o con la del camarógrafo Matías Iaccarino que lo acompaña toda la película.
Con sabiduría, Mora (“La hora de la siesta”) se deja guiar por el propio Livingston en este viaje que él conduce con absoluta gracia y elegancia.
El filme es sutil, sugerente, con buen ritmo, interesante y con delicado y pertinente acompañamiento musical de Gonzalo Córdoba.
En segundo turno se proyectó “Familia”, una película que exige del espectador buena disposición y atención alta, pues se compone o construye a partir de tiempos muertos, de situaciones vacías, de silencios, para proponer un descarnado retrato de puntillosidad naturalista de una familia de clase media.
La película comienza con un viaje, un sujeto primero se corta el pelo en una peluquería y luego sale a la ruta, viajando hacia el sur, hasta que, cerca de Comodoro Rivadavia, llega a casa de sus padres a pasar Navidad y festejar su cumpleaños.
Allí comen mirando la televisión con el volumen de la tele más fuerte que las conversaciones que se desarrollan entre ellos o van al supermercado, donde las verduras se pesan de una a una. La primera escena, en la peluquería, da la sensación de consumir el tiempo de un corte de pelo completo.
Violencia contenida, malos modales, gente fumando en la mesa con la comida aún humeante, los televisores siempre prendidos y regimentando el ritmo del hogar y cariño esquivo marcan el pasaje abúlico de una familia de dos padres mayores (él bastante sordo) y dos hijos de cuarenta años para nada estimulante.

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