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Revalorizar el patrimonio

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Se encuentra muy avanzada la obra de recuperación de un inmueble que forma parte de la historia educativa de la ciudad. Entre otros usos, habrá actividades culturales y académicas.

El inmueble ha sido escenario de una parte trascendente de la historia educativa local.
El reciclaje de la histórica casona de Rondeau 29, propiedad de la Universidad Nacional del Sur, está llegando a su fin, en una de las intervenciones más alentadoras de los últimos tiempos desde el punto de vista patrimonial y funcional.
Se trata de un inmueble que ha cobijado una parte trascendente de la historia educativa local, ya que alojó en sus habitaciones devenidas en aulas los primeros años de la Escuela Nacional de Comercio, entre 1918 y 1947, y al Instituto Tecnológico del Sur –base fundacional de la UNS– a partir de 1948.
Hasta 1980 fue utilizado por la universidad para el dictado de clases prácticas y teóricas de ingeniería agrónoma, para luego ingresar en una etapa devastadora para este tipo de espacios: la falta de uso. Poco a poco la humedad comenzó a desgastar revoques, los pisos de madera pagaron precio a la falta de mantenimiento y el lugar fue ganando su derecho a ruina. Cuando muchos podían tener su demolición, el proyecto de reciclaje se hizo realidad.

Fachada y tipología. En casi un 90% de avance, la obra espera estar habilitada en agosto, destinada a aliviar la nutrida agenda de actividades del edificio del rectorado –en la avenida Colón 80– así como para generar su propia propuesta de actividades culturales y académicas.
Desde el punto de vista técnico, la obra proyectada por profesionales de la universidad concentró su planteo intelectual en dos cuestiones clave: funcionalidad y respeto por lo existente.
Así se procedió a recuperar la estructura de poco más de 30 metros del frente, compacta y con una presencia única en la cuadra. A pesar de sus más de 100 años, la calidad de los materiales empleados por la empresa de Antonio Gerardi a fines del siglo XIX resistió de muy buena manera la aplicación de un hidrolavado, el cual permitió retirar la pintura aplicada y recuperar el valioso revoque símil piedra original.
Este tipo de terminación se utilizaba a fines del siglo XIX y principios del XX, cuando la pintura no era una alternativa y sí la idea de imitar la piedra París que los constructores italianos y españoles conocían de edificaciones europeas. El símil piedra recreaba esos tomos, combinando arena de Montevideo con algún agregado que daba la tonalidad miel a la mezcla. El “ABC” del cuidado patrimonial sugiere que todo edificio exige el cuidado de este tipo de terminación, como si fuera el más puro de los mármoles.
La arquitecta Lía Costa Alvarez, a cargo de la dirección de construcción de la UNS –ámbito donde se desarrolló el proyecto–, reconoció que “se tuvo suerte” al explicar que la fachada estaba “mejor de lo que esperábamos”.
“Tuvimos que reconstruir algunas cornisas y realizar el sellado de fisuras. Pero el frente recuperó su estado original en buenas condiciones”, indicó.
En ese sector se mantuvo la carpintería original –marcos, hojas y postigos interiores– y se retiraron las celosías de madera que daban a la calle –en mal estado– para reemplazarlas por paños vidriados, buscando mejorar la aislación acústica del edificio frente a una de las calles más transitadas del centro.
En el interior se recuperó parte de la carpintería existente, sobre todo marcos, y se construyeron hojas para los nuevos ambientes y el contrafrente.

Casa de patios

Otro de los objetivos del reciclado fue la voluntad de mantener la espacialidad interior, de modo de reflejar su tipología de casa chorizo o de patios, propia de las viviendas suburbanas de fin de siglo XIX, que organizaban sus habitaciones de manera lineal, abiertas a una galería. En este caso, se trata de una vivienda tipo romana, ordenada alrededor de un patio central, el cual aparecerá cubierto con un techo vidriado de estructura metálica.
En respuesta a cuestiones de seguridad, se amplió el acceso desde la calle –el mítico zaguán– y se mantuvo abierto el patio en todo su ancho hacia el contrafrente, de modo de disponer de una salida de seguridad adecuada.
El edificio dispondrá de tres salas de usos múltiples, una de recepción, sanitarios, cocina y oficinas administrativas, ocupando poco más de 400 metros cuadrados.

“Resultado”. “Por ser un bien patrimonial municipal y provincial, el proyecto fue revisado por especialistas de la provincia, quienes dieron el visto bueno a la intervención. Creo que el resultado final es muy bueno, porque se respetó la fachada y se mantuvo una tipología interior muy interesante”, dijo la arquitecta Lía Costa Alvarez.

Fuente: La Nueva Provincia de Bahía Blanca, 05/07

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