Los tensores de acero horizontales ubicados en el hueco que existe en un tramo de la traza buscan proteger a los vecinos del asentamiento de los objetos que caen y detener las construcciones en altura.

En el tramo que cubre las villas 31 y 31 bis quedó inaugurada una red metálica horizontal que busca proteger a los habitantes del barrio Bajo Autopista Illia de los objetos que caen de ambas manos de la vía rápida. La obra, que duró cuatro meses, tiene además otro objetivo: frenar las construcciones en altura.

La escena suele verse en varios barrios porteños y la autopista Illia forma parte de la película. Desde inofensivos papeles hasta botellas y piedras son arrojados desde los vehículos que transitan por allí. El intenso tránsito también genera residuos que están relacionados directamente con el uso de la traza. Asimismo, los accidentes son otro foco de peligro, ya que en los casos más graves caen al barrio trozos de los propios autos.

Ante el temor de los vecinos del asentamiento de ser alcanzados por algunos de esos objetos que, debido a la altura y velocidad con que son lanzados se convierten en una seria amenaza tanto para ellos como para sus respectivas casas, pidieron hace un tiempo que la Ciudad hiciera los trabajos para así estar más resguardados.

Las obras de colocación de las rejas formaron parte del Programa de Mejoras para Villas 31 y 31 Bis del Ministerio de Desarrollo Económico porteño y estuvieron coordinadas por la Secretaría de Hábitat e Inclusión junto con el área de responsabilidad social empresaria de Autopistas Urbanas SA (AUSA). El tramo se inicia a 1,5 kilómetros del peaje en sentido al centro, se extiende 300 metros y finaliza en un “pilote” de hormigón con iluminación LED, una intervención en forma de cruz con fines decorativos.

Los tensores de acero están “cosidos” de un lado a otro de la traza y hay 50 centímetros de distancia entre uno y otro. También se instalaron maceteros lineales, que están ubicados por detrás del guardrail, y transversales, que funcionan como pequeños “puentes” de verde y flores, con un sistema de riego específico para su cuidado. “La idea es mejorar la visual de la autopista, la aislación acústica y disminuir la contaminación ambiental”.

Para asegurar el buen funcionamiento del proyecto, que consistió en dos etapas, la Ciudad debió controlar las edificaciones de más de cuatro pisos y reemplazó los clásicos tanques de agua por los “tanques vejigas”, que son más anchos y bajos, para que quedaran debajo de la malla de cables metálicos.

“El cambio que hicimos en la Villa 31 tiene que ver con generar consenso con quienes más lo necesitan y, a su vez, con que sean ellos mismos los que trabajan en la transformación de su barrio”, expresó Gonzalo Mórtola, coordinador del Programa de Mejoras.