El casco central de Santa Fe está preparado para resistir los picos históricos del Paraná, pero hay barrios que no, como La Vuelta del Paraguayo y Colastiné Sur. Cómo están los terraplenes de la Costa.

Más de 130 kilómetros de terraplenes protegen a la ciudad de Santa Fe y su área metropolitana de los desbordes de los ríos Paraná y Salado. Frente al riesgo de una crecida extraordinaria en la enorme cuenca del Paraná, cuya recurrencia oscila entre 15 y 20 años (la última fue en 1998, con 7,26 metros en el puerto), la ciudad tiene varios puntos vulnerables.

La Vuelta del Paraguayo, un barrio que está fuera del anillo de defensas y que es necesario evacuar cuando el nivel del río supera los 5 metros (esta mañana midió 6,03 metros). Desde hace un mes y medio, hay 300 personas evacuadas de este barrio costero que viven en los refugios que construyó el municipio.

Colastiné Sur, uno de los enclaves más antiguos de la ciudad. Cuando el río se acerca a los 6 metros se hace imposible resistir en el barrio, que tiene un sistema de defensas menos consolidado. El problema es que el terraplén y la napa filtran agua y todo el barrio se “encharca”. De este lugar, ahora hay 131 personas evacuadas. En caso de una crecida extraordinaria, que supere los 7 metros, todo el barrio queda “tapado” por el río.

Hay cientos de familias que viven en zonas inundables a la vera de la Ruta 168, en el talud del terraplén de la ciudad de Rincón y en la Vieja Tablada en el noroeste de la ciudad, que es vulnerable porque El Salado también crece cuando el Paraná se “ensancha”.

Los barrios costeros: El terraplén que protege Colastiné Norte, La Guardia, El Bañado y la ciudad de Rincón tiene 21 kilómetros de largo y se construyó a mediados de los ‘90. Lo proyectaron con la altura necesaria para “aguantar” las crecidas extraordinarias históricas (la más importante fue en 1905, con 7,72 metros), lo mismo que el de Alto Verde.

El escenario de riesgo más relevante para los vecinos de la Costa   es la probabilidad de que se combine una crecida, que levanta el nivel del acuífero (“napa”, para los vecinos), con lluvias importantes, un escenario que es posible en la transición estacional entre el verano y el otoño, y que también preocupa en los barrios del norte de la ciudad, que no se inundan por el río pero sí por tormentas convectivas que acumulen más de 300 milímetros en pocos días (como sucedió en marzo del 2015).

El casco central de la ciudad resiste con cierto margen los picos históricos del Paraná. El mayor riesgo, además de la sucesión de tormentas intensas, es una inundación récord que supere los niveles máximos que se registraron en los últimos cien años.

Éste es un punto clave, las mediciones del río se toman desde hace algo más de un siglo y la historia de la cuenca tiene millones de años (con crecidas de una escala que se desconoce). Además, los científicos advierten que durante las próximas décadas el cambio climático puede generar inundaciones más importantes y eventos extremos (como la tormenta que ayer “castigó” a la ciudad de Córdoba).

Los ingenieros en Recursos Hídricos hace años que vienen recomendando revisar toda la infraestructura hídrica para intentar “ajustarla” a un contexto climático mucho más cambiante.

“Se puede hacer un ranking con las obras que son más importante revisar. Habría que empezar por las que podrían estar más afectadas por este nuevo escenario climático; también, considerar el posible impacto social de la posible falla, si está subestimada la crecida de diseño”, decía el ingeniero Carlos Paoli, director del Centro Regional Litoral del Instituto Nacional del Agua (INA), en una entrevista con El Litoral en la cobertura de un Taller para determinar “Crecidas de diseño en sistemas climáticos cambiantes” que se realizó en el 2009. Es una recomendación que no hay que dejar pasar de largo.