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Inundación por el derretimiento del permafrost

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¿Qué es el permafrost?

Normalmente un suelo en las zonas sobre las que se desarrolla el permafrost, se compone de una capa u horizonte superior conocido como “capa activa”, que se deshiela y congela con las diferentes temporadas. Su superficie es variable, desde unos centrímetros hasta 4 metros de espesor y sobre las que se desarrolla la vida. Por debajo de la misma, aparece la capa de suelo congelado, el permafrost.

permafrost

Por “permafrost” nos referimos a una capa u horizonte de suelo (en la clasificación de edafología de la WRB se conoce como un horizonte crítico), permanentemente congelado por dos o más años consecutivos, con agua insuficiente como para formar cristales de hielo fácilmente visibles; un espesor de 5 cm o más (hasta 1.5 km) y normalmente situada bajo esta capa activa que previamente indicamos. No es hielo, es suelo congelado (más información en Concepto de Permafrost y Suelos Helados. ¿Cual es la Diferencia?).

Este suelo congelado, puede ser extremadamente pobre, de arena y roca, o ser tremendamente rico en materia orgánica; tener agua congelada o apenas tener agua… simplemente están congelados (temperatura del suelo inferior a 0 grados centígrados) por dos o más años, normalmente cientos o miles de años.

Ocupa entre el 20-24% de la superficie de la Tierra (Alaska, Canadá y Rusia, principalmente); una superficie un poco menor que la ocupada por los desiertos en la superficie terrestre (un 25% y avanzando), pero donde puede existir perfectamente la vida, sobre la que se desarrolla la tundra, taiga o ser perfectamente habitable y explotable económicamente, como ocurre con buena parte de la población que habita en Siberia.

¿Qué está ocurriendo con el permafrost?

Con el aumento de la temperatura, recordemos que 2015 y 2016 fueron los más cálidos de la historia, estos suelos que han permanecido cientos o miles de años en congelación, se están comenzando a descongelar. Muy lentamente, pero de forma imparable y a un ritmo mayor de lo que se pensaba hasta ahora, unos 0.12ºC/año.

Esta cifra que a priori parece insignificante para la mayoría de las personas, supone un cambio muy brusco para algo que debería de estar en congelación permanente. Un ejemplo, un aumento global de la temperatura de unos 2ºC sobre los niveles pre-industriales, supondría la pérdida de un 40% de la superficie ocupada por el permafrost. Tal y como han resumido de forma excelente en I love Science, la subida de 1ºC de temperatura global supondría la pérdida de una superficie de permafrost, más o menos, como la superficie que ocupa la India.

Después de cientos o miles de años congelado, este suelo comienza a descongelarse y también a perder su estructura. Una de las múltiples funciones del suelo es la de dar soporte a la vida, y la pérdida de que su estructura acaba provocando que todo lo que hay sobre él (ej. construcciones como la del almacén de semillas) acaben colapsando, tumbándose y/o grandes inundaciones por el deshielo. Y esto afecta tanto a construcciones como a los propios bosques.

El permafrost se distribuye principalmente sobre Alaska, Canadá y Rusia; aunque también por los países nórdicos y el Himalaya, y el caso de Rusia es probablemente de los casos más singulares. Más del 63% del territorio ruso se asienta sobre zonas de permafrost, y las previsiones más pesimistas indican que para 2050 más del 75% que se de las construcciones que se asientan sobre él van a acabar por colapsar.

Y este colapso de construcciones, acabará provocando grandes migraciones interiores y probablemente también tendrá como consencuencia la subida del precio de minerales (níquel por ejemplo), gas o petróleo.

En Siberia están situadas las ciudades de Norilsk (175.000 habitantes,) Yaktusk (270.000 habitantes) y Vorkuta (75.000 habitantes). Estas ciudades y buena parte de otras pequeñas ciudades siberianas, fueron construidas durante la URSS por presos políticos para la obtención de recursos minerales (carbón, gas, petróleo, níquel, cobre, diamantes…) y se asientan sobre el permafrost continuo.

Más del 63% del territorio ruso se asienta sobre zonas de permafrost, y las previsiones más pesimistas indican que para 2050 más del 75% que se de las construcciones que se asientan sobre él van a acabar por colapsar

Norilsk, la otrora “ciudad más contaminada del mundo” tiene una de las mayores reservas del mundo de cobre, paladio y níquel. Además, dispone de importantes recursos de gas, tal y como bien explicaba Ricardo Marquina en este corto documental sobre la industria del níquel de Norilsk. Además, explicaba cómo es la vida en estas latitudes y donde también indicaba que el permafrost comenzaba a vencer a la ciudad, y cómo la ciudad estaba tomando medidas contra él.

El permafrost actúa como una enorme y gigantesca jaula de residuos de carbono, normalmente plantas y animales, que durante las glaciaciones y la congelación del terreno, se han ido descomponiendo.

Se calcula que la cantidad de carbono retenido en el permafrost es más o menos el doble que el existente en la atmósfera. Mientras que el carbono ha permanecido “enjaulado” por el permafrost no ha existido problema. Ahora que se comienza a perder la capa de permafrost, la materia orgánica descompuesta se libera en forma de dióxido de carbono y metano, los dos principales gases de efecto invernadero.

Esto que parece de un mundo lejano es completamente real y ya está ocurriendo en la tundra de Alaska. Los suelos de Alaska están actuando como emisores de CO2 a la atmósfera (un incremento del 73% desde 1975) tal y como explicó hace unos días esta nota en Whashington Post, a partir de un paper recientemente publicado (Commane et al. 2017).

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