Comenzaron a remover las mamposterías que presentaban más riesgo de caída; quejas de los vecinos por la falta de controles

Equipos de emergencia del gobierno de la ciudad de Buenos Aires avanzaban anoche con la demolición de los segmentos más inestables del semidesmoronado edificio de diez pisos de Bartolomé Mitre 1232, para eliminar riesgos de desprendimientos.

La estructura quebrada a la mitad se mantenía en pie a duras penas mientras una grúa del gobierno porteño intentaba aplicar golpes certeros con una pluma a las paredes más endebles.

El gobierno porteño no precisó ayer cuándo concluirán los trabajos de demolición del edificio afectado. Unas 6 manzanas del centro porteño permanecían anoche clausuradas al tránsito vehicular, por lo que se prevén para hoy grandes congestionamientos durante todo el día.

Mientras tanto, aún se desconoce la suerte de Isidoro Madueña, un jubilado de 74 años, con audición y movilidad reducidas, que vivía en el derruido departamento 3° B, según denunció su hijo Mariano, de 24 años. Unas 220 personas siguen evacuadas como consecuencia de haber perdido sus casas o por el riesgo de un derrumbe de la parte aún erguida del edificio, cuya construcción data de 1930 y tiene estructura de hierro.

La mayoría de las personas evacuadas encontró refugio en casas de amigos y familiares y casi un centenar fue alojado provisoriamente en hogares del gobierno porteño. Ayer, el dispositivo de seguridad no permitía que incluso los vecinos que viven a dos cuadras del edificio afectado pudieran acceder a sus hogares. “Estamos viviendo como podemos; nos llevaron al parador del gobierno porteño pero no es adecuado para familias y no nos dicen cuándo vamos a poder volver a buscar nuestras cosas”, dijo Doris Rojas, que junto con otras 16 familias vive en el Hotel Cas-Del, ubicado casi enfrente del edificio derrumbado.

Algunos habitantes del edificio afectado aún conservan la esperanza de volver a entrar en sus departamentos. Pero a juzgar por los avances en la demolición parcial del edificio no parecería posible en el corto plazo. El bloque A de departamentos del edificio es el que quedó en mejores condiciones, pero el dispositivo de seguridad decidió limitar el acceso en toda la zona.

“Creemos que mañana [por hoy] al mediodía estaremos en condiciones de tener una evaluación más clara del lugar”, expresó Montenegro al respecto.

El ministro aclaró que no habrá demolición del bloque de departamentos frontales, que permanece en pie, sino sólo de las partes flojas, para evitar desprendimientos y para afirmar la parte que se salvó.

En esa zona inestable trabajó ayer, desde las 16.40, de una grúa con bochas de acero para llevar adelante una demolición paulatina y controlada de lo que fueron las áreas comunes del edificio: un montacargas, la escalera y un ascensor. “Mientras los expertos no nos digan que los vecinos pueden entrar sin que haya ningún riesgo para la vida, no lo vamos a hacer”, indicó Montenegro.

Angel Garro es uno de los afectados por el semiderrumbe del edificio. “Hicimos la denuncia por la obra que se estaba construyendo al lado el 3 de junio y nunca tuvimos respuesta. Cuando empezaron a cavar en el estacionamiento de al lado se movía todo el edificio y ya temíamos que ocurriera algo así”, dijo Garro, que tenía su oficina allí desde hacía 25 años.

Los damnificados ya realizaron una denuncia policial que recayó en un juzgado criminal para que a partir de hoy comience a investigarse cuáles fueron las causas de la quebradura del edificio lindero a la obra en construcción que había sido autorizada por el gobierno porteño. Se trata del derrumbe número 13 en la ciudad de Buenos Aires y la mayoría ocurrieron de una manera similar: una excavación que termina aflojando los cimientos vecinos.

Las repercusiones políticas no se hicieron esperar. Los legisladores porteños Martín Hourest (GEN), Eduardo Epszteyn (Fpyp) y Gabriela Cerrutti (Nuevo Encuentro) ya anunciaron que pedirán la interpelación en la Legislatura de Montenegro y del ministro de Desarrollo Urbano, Daniel Chain. Los legisladores señalaron ayer que existiría “falta de voluntad de esta gestión” e “irresponsabilidad” en relación “con el cumplimiento de los códigos de Planeamiento y Edificación” de las nuevas obras que se están levantando en la ciudad.

Fuente: La Nación, 07/11