Gateando o caminando: una vez que los niños pequeños comienzan a deambular por la casa, hasta los objetos aparentemente más inofensivos se vuelven una amenaza. Aquí, algunos tips para reconocer esos riesgos y eliminarlos:
- La cama del niño: cuando se le quitan los barrotes a la cama, aumentan las posibilidades de que el niño se caiga al suelo. Hasta que haya aprendido a bajarse de forma segura, conviene dejar al pie almohadones u ositos de peluche blandos al pie de la cama.
- Juguetes: Si los juguetes favoritos del pequeño se encuentran bien arriba sobre el armario, lo más probable es que quiera llegar hasta ahí para tomarlos. Por eso lo ideal es dejar los juguetes en cajas cuando termina de jugar. De paso, al no dejar bloquecitos y muñecos tirados en el suelo, se evitan caídas.
- Armarios: Los armarios o cajones que los niños no deberían abrir tienen que estar asegurados con pequeñas trabas, ya que los pequeños son por naturaleza curiosos e intentarán abrirlos. Lo más peligroso son los químicos, ya sean productos de limpieza o medicamentos, por eso hay que guardarlos de forma segura y, en lo posible, en estantes o cajones altos.
- Manteles: Un mantel siempre es una tentación para que el niño tire de él y arroje todo lo que está sobre la mesa al suelo. Lo mejor es que los padres quiten el mantel después de comer o al menos retiren los objetos peligrosos que pueda haber sobre él. Si quedan vasos o portavelas pesados sobre la mesa, el riesgo no es menor.
- Escaleras: Cuando hay niños pequeños en la casa, hay que cerrarles el acceso a la escalera con una reja. Los barrotes no deberían estar a una distancia que supere los 7,5 centímetros, de modo que los pequeños no puedan escaparse por las rendijas. Una vez que el niño comience a usar la escalera, hay que colocar alfombra o cintas a prueba de resbalones para darles más seguridad. Desde ya, lo primero es que los padres le enseñen al niño a bajar de forma segura.
dpa