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¿La vivienda como construcción de comunidad o herramienta política?

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ENCLAVES ISRAELIES EN PALESTINA

Por Verónica S. Souto (*)

Ante las reiteradas noticias sobre los asentamientos israelíes en la Ribera Occidental, VIVIENDA convocó a una destacada analista para intentar avanzar en el debate.

Ilustración: Jimena Souto.

Al aceptar el desafío de abordar un conflicto que despierta tantas emociones como el palestino-israelí, debemos partir de dos presupuestos: no confundir a los pueblos con sus gobiernos y asumir que todas las partes del conflicto sostienen demandas legítimas a la luz de sus propios proyectos. Cuando se afectan derechos básicos e inalienables tanto individuales como colectivos, debemos ampliar nuestra mirada de la realidad en la mayor medida posible para evitar respuestas inacabadas y reaccionarias. Este análisis no busca decir quién tiene razón sino generar debates que aporten soluciones innovadoras y políticamente realizables.

Racconto histórico

En el marco del conflicto árabe-israelí, la Guerra de los Seis Días (1967) fue una bisagra que cambió totalmente la ecuación político-territorial de la región y dio origen a la política de asentamientos. En esa fugaz guerra Israel tomó control de una gran masa de territorio que incluía todas las posesiones árabes de Palestina (Franja de Gaza y la Ribera Occidental o Cisjordania), las Alturas del Golán (Siria) y la Península de Sinaí (Egipto).
Esta nueva situación territorial provocó que los palestinos de la Franja de Gaza y la Ribera Occidental quedaran bajo control Israelí y, por lo tanto, el centro del conflicto comenzó a dirigirse al corazón de Palestina. Muchas comunidades palestinas quedaron aisladas y cientos de miles de personas huyeron de sus hogares convirtiéndose en personas internamente desplazadas mientras que otros se refugiaron en países vecinos. Para asegurar los territorios anexados, Israel comenzó una política de asentamientos en zonas aisladas y separadas de los asentamientos árabes. Con el tiempo, los asentamientos se establecieron en toda la región, reforzando una política que se convirtió en un obstáculo para un acuerdo integral de paz.
Una vez establecido el escenario, lo analizaron considerando el concepto de adquisición de territorio y los principios vigentes referentes a la relación entre los estados acordados por las Naciones Unidas.

Aspecto legal

Para reclamar derechos de soberanía hay dos vertientes principales: el de sucesión de los estados por el cual un estado “hereda” las posesiones del antiguo dominio, y la ocupación efectiva y sostenida del territorio. La doctrina vigente establece que para adquirir un territorio deben combinarse dos elementos: uno material (ocupación efectiva del territorio) y otro psicológico (el ánimo de poseer dicho territorio y de ser su soberano). En la región en cuestión, el territorio fue poblado desde tiempos remotos por pueblos ascendientes de ambas partes con lo cual la discusión sobre quién estuvo primero carece de sentido. Por otra parte, la población original es sólo un elemento inicial y lo que prima es la ocupación efectiva y sostenida. Debido a visicitudes históricas y sucesivos movimientos migratorios la tierra no puede dividirse en clave étnica como hace 2000 años. Asimismo, el debate de la herencia histórica no aporta soluciones y sólo es explotado como elemento de enardecimiento político e ideológico.

Onu y principios de soberanía

Los principios establecidos por las Naciones Unidas referentes a nuestro análisis son: el principio de soberanía (independencia política), la igualdad jurídica de los estados, el respeto por la integridad territorial, el cumplimiento de buena fe de las obligaciones internacionales contraídas, la prohibición del uso ilegítimo de la fuerza y el arreglo pacífico de controversias. Su aplicación al conflicto palestino-israelí arroja luz sobre algunas cuestiones. En cuanto al principio de soberanía, desde lo jurídico Palestina es soberano sobre los territorios donde están los asentamientos (Ribera Occidental en particular) por una resolución internacional. No obstante, como resultado de un conflicto armado, Israel mantiene ocupación efectiva del territorio. ¿Cuál prevalece? Por el momento, se impone la realidad de la ocupación hasta tanto no haya un acuerdo integral de paz que determine fronteras y la forma de evacuación del territorio. La vertiente internacional permanece congelada dada la imposibilidad de actuación del Consejo de Seguridad de la ONU, debido a la alineación de sus miembros permanentes con cada una de las partes en conflicto.
El respeto por la integridad territorial en este caso está íntimamente ligado con el uso ilegítimo de la fuerza, el cual fue y es violado sistemáticamente por ambas partes, ya sea por medio de las incursiones y ataques palestinos, o por la ocupación israelí. Los principios de cumplimiento de obligaciones internacionales y el arreglo pacífico de controversias tampoco han podido ser plenamente cumplimentados por desaveniencias entre las partes y al interior de las mismas. Israel desconoce las resoluciones de Naciones Unidas y Palestina no es está unida internamente para tener una única voz de negociación y de cumplimiento de los acuerdos. En definitiva, todos los principios están entrelazados aunque la realidad de la ocupación termina imponiéndose a títulos jurídicos y reconocimientos internacionales.
Frente a esto nos preguntamos, ¿cuál es la razón de ser de los asentamientos? ¿Qué busca Israel con ellos? Más allá de posiciones nacionalistas extremistas -que las hay en todos los estados y para todos los gustos- Israel ha dado pruebas de que los asentamientos son una carta de negociación para un potencial acuerdo de paz, para la determinación de una nueva frontera y para asegurar su seguridad interior a través de la fórmula “paz por territorios”.
Avanzando hacia la esencia de los asentamientos. ¿Qué son los asentamientos: conjuntos de hogares o conjuntos de casas? La respuesta depende de qué se entienda por vivienda y qué por hogar. Si consideramos a la vivienda como una estructura de material habitada de forma estable por un grupo de personas desde ya que la respuesta es sí. Ahora si vivienda es una unidad con elementos psicológicos, sociales, individuales y familiares que conforman un hogar y que sólo se comprenden por su inclusión en una comunidad, la duda persiste. En última instancia, esa respuesta sólo vendrá con el tiempo porque una comunidad se define por sus fines colectivos y no en virtud de su perduración sobre el territorio ni la cantidad de establecimientos asentados sobre el mismo.

Disputa

A pesar de los conceptos vertidos en torno a la vivienda, disputar la legitimidad o conveniencia de los asentamientos en la Ribera Occidental a la luz del derecho a la vivienda es inadmisible. En primera instancia, el derecho a la vivienda no puede ser la justificación de una política colonizadora y, en segunda instancia, el derecho a la vivienda de unos no puede sobreponerse al derecho a la vivienda y de soberanía de otros.
La política de asentamientos es, a todas luces, un arma de doble filo porque no sólo afecta los derechos de las personas desplazadas de sus tierras por las razones expuestas, sino también a los colonos de esos asentamientos. Si bien no se puede negar que el fundamentalismo y los repetidos atentados terroristas -entre otros motivos- llevaron a Israel a endurecer su política en territorio palestino, la ocupación efectiva del territorio se torna cuando menos controversial a la luz de la situación del pueblo palestino. A las dificultades del terreno, los escasos recursos naturales y el limitado o casi nulo acceso a la infraestructura israelí, se le suma el hecho de sufrir la violencia emocional de ser prejuzgados como posibles terroristas y de no poder circular libremente por su territorio. Los colonos israelíes, por su parte, llegan a estos lugares inhóspitos con la idea de que están haciendo patria y con el anhelo de construir de la nada una comunidad y un futuro seguro para sus hijos. Más allá de la retórica nacionalista, la potencial retirada israelí unilateral o negociada implicaría un nuevo desarraigo para estos colonos y, a sus ojos, una traición en términos políticos y sociales. En definitiva, la variable de ajuste terminarían siendo los pueblos de ambos estados.

Acuerdo de paz

En conclusión, la llave del conflicto no es sola ni principalmente la evacuación de los asentamientos, sino un acuerdo integral basado en la solución de dos estados como es afirmado por grupos palestinos e israelíes y apoyado por la comunidad internacional. Esta meta es muy compleja y tardará en llegar pero es la única alternativa que permitirá una convivencia sostenible en el largo plazo.
Pensar y animarse a discutir estos temas fuera del ámbito ascéptico de la academia conlleva riesgos pero es la mejor forma de abrir el juego para que todos aportemos desde nuestro lugar, con prudencia e inteligencia, sin dejarnos llevar por consignas vacías de contenido. Analizar no es echar culpas ni tomar partido sino generar espacios para replantear el hoy en base al ayer mirando al mañana. Queda en nosotros desarrollar esa capacidad de ponernos al servicio de la verdad a costa de nuestras propias concepciones prefiriendo, como dijera Alberdi, la espiga de la paz a los laureles de la victoria.

(*) Licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Católica Argentina; Certificate-of-Training in United Nations Peace Support Operations por el Peace Operations Training Institute y el Austrian Study Center For Peace and Conflict Resolution.
Realizó estudios relacionados con Justicia de Transición, procesos de Reconciliación y Misiones de Paz.

Podrá leer la nota completa bajando este archivo:

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