Es imposible saber por cuánto tiempo va a funcionar un dispositivo en el momento de comprarlo. Crédito: Bildagentur-online / dpa-tmn

La época en que uno se compraba un televisor para los próximos 15 años pasó, y no porque los productos tengan mala calidad, sino a veces porque son los propios fabricantes los que “desenchufan” los sistemas, es decir que deciden dejar de producirlos.
Fue lo que le pasó a Arlo Gilbert, un indignado texano dueño de un hub Revolv que servía para conectar numerosos sistemas entre sí en el hogar, desde las luces a las persianas, las alarmas o el equipo de música. Pero en abril de 2016, la “startup” Revolv anunció a todos sus usuarios que dejaba de funcionar.
Con un lapidario mensaje en revolv.com, la empresa, comprada un año antes por Google (que tiene su propio sistema de hogar inteligente), anunciaba su cierre, sin más. No es que no fuera a haber asistencia técnica o actualizaciones, sino que todos los aparatos en los que Gilbert se había gastado cientos de dólares dejarían de funcionar dos semanas más tarde.  
En inglés se trata de un proceso bautizado como “bricking”, que literalmente significaría que un dispositivo se vuelve tan inútil que sólo sirve como ladrillo (“brick”, en inglés).  
Este tipo de casos no harán más que multiplicarse en el futuro, cree Christian Gollner, de la asociación de protección al consumidor del estado federado alemán de Renania-Palatinado. “En el futuro, esto será un verdadero problema”.
Porque lo mismo que le pasó a Arlo Gilbert les está ocurriendo a muchos otros consumidores. Por ejemplo, Microsoft acaba de retirar el videochat Skype para televisores inteligentes, y tras la venta a Gibson ya no funcionan tampoco algunas funciones de televisión a la carta en ciertos aparatos de la marca Philips. A principios de 2015, hubo a su vez aparatos Sony que dejaron de acceder a la radio a través de Internet.
Estos ejemplos demuestran que es imposible saber por cuánto tiempo va a funcionar un dispositivo en el momento de comprarlo. “No hay una garantía de por cuánto tiempo van a estar disponibles determinadas ofertas”, advierte Christian Schlüter, de la asociación de protección al consumidor Stiftung Warentest.
Sobre todo aquellos que se animen a probar nuevos sistemas muy pronto asumen un mayor riesgo, dice Schlüter. Muchos productos se quedan por el camino por no tener éxito o porque un competidor acaba comprando la compañía. 
“Eso es un gran riesgo, sobre todo con las startups (empresas emergentes), que muchas veces se crean con el objetivo de ser absorbidas”, alerta Christian Gollner.
Si una plataforma deja de funcionar pero el aparato está aún dentro de los dos años habituales de garantía, es posible que haya alguna posibilidad de reclamar, pero la respuesta depende del vendedor. 
El ejemplo de Sony muestra una vez más que es complicado: la garantía sirve para reponer dispositivos que tengan algún problema de funcionamiento, pero en el caso de la radio por Internet no había un defecto técnico, sino que la plataforma vTuner dejó de colaborar con la empresa japonesa.
Muchos fabricantes no se hacen responsables si ciertos servicios dejan de funcionar pese a que lo hagan a través de sus aparatos. Christian Gollner cree que esto debe cambiar: “En nuestra opinión, el fabricante tiene la obligación de poner a disposición los servicios al menos durante el período de vida medio de un aparato”.
Aunque no hay una protección total, el usuario debe preguntarse antes de comprar cuán grande es la empresa, cuántos usuarios tiene una plataforma, mirar lo que escriben los especialistas sobre el tema, así como otros usuarios, y si ha habido casos anteriores en los que la firma dejó “plantados” a sus clientes. También si acaso no está por salir un nuevo modelo. 
La paciencia también ayuda. “Cuando aparecen soluciones nuevas e innovadoras lo mejor es espera un poco a ver si efectivamente se implantan de forma masiva”, recomienda Christoph Windeck, de la revista “c’t”. Sobre todo si hay dos sistemas que compiten entre sí por el dominio del sector. Los de mayor edad recordarán la rivalidad entre Video 2000 y VHS en los videocassettes de los años 80, así como entre HD-DVD o Blu-ray.
dpa