Los jardines verticales es una técnica que permite cultivar plantas en muros de cemento. Son estéticos, reducen los niveles de polución y generan más oxígeno.

Entre tanto cemento gris y paredes blancas -algunas con ingratos grafitis-, los jardines verticales se convirtieron en una apuesta estética y saludable para decorar edificios públicos y fachadas de locales comerciales. Los vecinos más atentos se habrán topado ya con estos impactantes paneles verdes que, como su nombre lo indica, crecen en superficies verticales y no necesitan de tierra u otro sustrato. Algunos de ellos se encuentran en tramos de la autopista Illia, sedes comunales, la ex casa de Gobierno de la Ciudad, el puente Pacífico, los locales Arredo, el restaurante Picnic, el edificio Proa de Vicente López, el Palacio Alcorta y hasta la casa de Gran Hermano, entre otros.

Desde lo estético, los jardines en altura son dignas obras de arte: combinan distintas tonalidades de verde con flores, diseños y figuras a pedido. En el plano ecológico, las plantas reducen los niveles de polución, generan ambientes con más oxígeno y retienen el polvo y las pelusas que hay en el aire. Son una alternativa para departamentos y oficinas que carecen de lugar para tener un jardín tradicional.

A diferencia de las plantas trepadoras, los jardines no tienen contacto directo con las paredes, sino que se implementan sobre una estructura amurada a la superficie. El metro cuadrado puede costar hasta 5 mil pesos.

Con este sistema, el mantenimiento es automatizado y no requiere del típico jardinero in situ. Se utiliza el riego hidropónico, que es controlado por computadora y sensores para evaluar el estado vital de las plantas y el funcionamiento de las partes.

Las plantas no sólo se alimentan de agua; también es necesario incluir los nutrientes ante la ausencia de tierra. Se generan así las mismas condiciones que se pueden ver naturalmente en acantilados o entre las rocas de una montaña. En esos lugares se inspiró el botánico francés Patrick Blanc para crear esta técnica que ya trascendió fronteras y que desde hace pocos años se replica también en la Ciudad.