Rejas en Parque Lezama
Desde la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos señalan que el gobierno porteño no cumple con la ley. La entidad debería haber sido consultada sobre el enrejamiento porque el predio es, desde 1997, Monumento Histórico Nacional.
“Lo que ocurre es alarmante desde lo patrimonial”. Así calificó Mónica Capano, vocal secretaria Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos, a la controvertida instalación de rejas por parte del gobierno porteño en el Parque Lezama. La entidad debía ser consultada porque ese lugar es, desde 1997, un monumento histórico nacional pero el Ejecutivo porteño decidió avanzar con el enrejamiento, lo que provocó la reacción de los vecinos del lugar.
“El gobierno porteño trabajó de espaldas a la Comisión. Pero la tutela es de la Comisión, independientemente de que las obras en el parque estén en manos de ellos. Nunca hubo una aceptación formal de las rejas por parte nuestra. De hecho, debemos evaluar por un lado la idea misma del enrejamiento y luego, llegado el caso, el tipo de reja que se podría llegar a instalar. Pero habíamos quedado en que eso se iba a evaluar el tema luego de las obras en el parque”, señaló a Diario Z Capano, en referencia a los trabajos de renovación que se llevan adelante en el parque y que lo mantienen cerrado desde julio de 2014.
Capano aclaró que la Comisión tiene como misión “que los bienes patrimoniales no pierdan su valor”. Además agregó que, más allá de las rejas, las obras que se estuvieron realizando se hicieron de manera desprolija.
“No se está cuidando el patrimonio desde el momento en que hay vallado caído sobre la calle. No hay seguridad sobre los bienes. No hay plan de trabajo arqueológico. No hay ningún especialista en arqueología designado para estos trabajos”, apuntó Capano.
La especialista, además, enumeró una serie de irregularidades que son consecuencia de estas obras como el descuido en una fuente del parque, que fue pintada cuando debía dejarse la piedra al natural para preservar el patrimonio; el descuido de las palmeras, a las que les habrían quitado tierra y estarían por caerse, y la posible conversión del emblemático anfiteatro en una fuente, que transformaría de manera definitiva “a un espacio que históricamente se utiliza para actividades culturales, de convivencia y de discusión, entre otras cosas” .
Fuente: Tres Líneas