El viejo tinglado detrás del edificio histórico de la calle Alberti, tan criticado por su derruida fachada, dejará de ser la terminal de ómnibus de Mar del Plata. Habrá una nueva estación y comenzará a operar el próximo lunes, pero para muchos no es una buena noticia: el gremio que agrupa a choferes y empleados de boleterías y tráfico (la UTA), y propietarios de las empresas de larga distancia dicen que la obra está “en un 50 por ciento” y que no guarda las condiciones necesarias para operar.

“Nuestros afiliados no irán a trabajar el lunes porque la construcción no ofrece garantías”, sostuvo Pedro Fernández, secretario adjunto de la UTA. Según el gremialista, la nueva estación “tiene graves problemas de infraestructura: para boleterías y encomiendas hicieron boxes de 4 por 4″.

El espacio físico para el despacho y almacenamiento de encomiendas -en Mar del Plata se transportan 8 mil mensuales entre todas las empresas- es uno de los mayores problemas que presentaría la obra. “Inaugurar así sólo puede responder a un capricho”, dijo Fernández.

Los gremialistas y empresarios del transporte se reunieron en el acceso de la nueva terminal, en Luro y San Juan, para expresar su malestar. Allí estuvieron David Lochousky, de Plusmar y el Cóndor; Roberto Bustamante, de TAS, y Daniel Dominguez, de UTA. “Nadie se niega a ir a la nueva terminal, es un gran avance para la ciudad, pero hay que decir que no está bien hecha”, dijo a Clarín el dueño de una de las empresas más grandes de Buenos Aires. “Fue construida sin sentido de practicidad”, sostuvo.

La terminal tendrá una superficie cubierta de 17 mil metros cuadrados y en una segunda etapa estará unida a través de un hall con la estación de trenes; hoy las separa un rústico alambrado. Tendrá 42 dársenas y se prevé que en verano reciba entre 25 y 30 mil personas por día. La zona de preembarque tendrá arcos de scanners de rayos X por donde pasarán pasajeros y equipaje.

La inauguración será el lunes, pero se cree que estará en pleno funcionamiento recién una semana después. El concesionario es el mismo que opera la terminal de ómnibus de Retiro, Néstor Otero.

Pero a criterio de los empresarios y gremialistas la experiencia adquirida allí no parece reflejada en la nueva construcción. Las quejas son múltiples: “El techo sólo cubre una cuarta parte de los micros, cuando llueva se mojarán pasajeros y personal; el ancho de banda de Internet es insuficiente, como la electricidad contratada, que no permite instalar equipos de aire acondicionado y -denuncian- el derecho de plataforma (cuando entra o sale un micro con pasajeros) aumentaría siete veces”.

Fuente: Clarín, 3/12