SAN PABLO (AFP).- Río de Janeiro, nuevamente colapsada por las fuertes lluvias que ayer dejaron decenas de muertos, es un claro ejemplo de cómo las principales ciudades brasileñas no están preparadas para hacer frente a bruscas variaciones climáticas, dijeron varios expertos.
Ciudades enteras que se declaran en estado de calamidad, rutas nacionales totalmente inundadas que paralizan el comercio, el tránsito urbano detenido, casas que se desmoronan y laderas de cerros que se desprenden son las postales más comunes cuando las tormentas azotan las ciudades superpobladas del sudeste brasileño.
Esta región alberga las principales metrópolis del país: San Pablo (20 millones de habitantes) y Río de Janeiro (6 millones), que han vivido un verdadero infierno en la temporada de lluvias, que comenzó en diciembre y debía terminar en marzo.
Río de Janeiro, que será sede de los Juegos Olímpicos 2016, es “una metrópoli construida en un lugar que debería ser un parque nacional, es un lugar que no es propicio” para una ciudad tan grande, afirmó André Urani, especialista del Instituto de Trabajo y Sociedad, al canal Globo News. “La limpieza urbana, las personas que viven en zonas de riesgo y puntos de inundación que se encuentran debajo del nivel del mar” son, según Urani, las principales fallas estructurales de la capital carioca, y provocan su paralización luego de más de 20 horas de lluvias.
La situación en Río “es un buen retrato de la falta de preparación absoluta de las grandes ciudades brasileñas ante cualquier tipo de anomalía climática”, sostuvo por su parte el sociólogo Sergio Abranches, comentarista de ecología y política de la radio CBN.
“El problema no es que las ciudades no estén preparadas para el futuro, es que no están preparadas para el presente”, señaló.
“El subterráneo está parado, el sistema de ómnibus no anda, las calles están inundadas, no hay un sistema de alerta para la población, un sistema adecuado de monitoreo”, agregó Abranches sobre la ausencia de un plan para alertar y evacuar a la población que vive en áreas de riesgo de desmoronamiento, como las favelas instaladas en los cerros.
Incluso el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, reconoció la gravedad de la situación vinculada a los problemas de construcción en la ciudad. El propio Lula criticó los “desmanes administrativos del país, 40 años atrás, cuando se permitió que la gente viviera de manera desordenada, en laderas de montes, construyendo conjuntos inadecuados de viviendas”.

Fuente: La Nación, 07/04