por Lic. Andrea Piperata (*)

Muchas veces el concepto de paisaje es entendido como aquellos lugares donde la naturaleza predomina. Otras veces es concebido como esos sitios donde el hombre se apropia culturalmente de ella y la domina.
Ofrecemos a continuación un recorrido por una disciplina que busca darle forma al mundo en que vivimos.

Alo largo de la historia al hombre se le ha enseñado a contemplar la naturaleza a través de las obras de arte, donde el paisaje se trataba como un objeto para ser disfrutado sólo a través de los ojos. Sin embargo, detrás de esos ojos observadores existe un cúmulo de vivencias (recuerdos propios o ajenos) que permiten reconstruir subjetivamente lo que está viendo, dándole diferentes significados.
Por ende, no es posible separar el concepto de paisaje del concepto de hombre o sociedad. La definición de paisaje quedaría incompleta si sólo la acotásemos a “un organismo dinámico determinado por los elementos (naturales o construidos) que lo componen” y no incluimos en esta definición que también está determinado por su historia y la impronta cultural de quienes lo viven.
Esto es lo que hace que cada lugar sea único e irrepetible. El paisaje es todo aquello que nos rodea. Desde las montañas o los valles, pasando por los desiertos, los océanos, el cielo, las ciudades y hasta un pequeño rincón urbano con forma de balcón o patio, y se vive no sólo a través de la percepción sino a través de todos nuestros sentidos.
Todo lo que tenemos a nuestro alrededor es paisaje y todo se encuentra -en mayor o menor medida- directa o indirectamente antropizado. Por lo tanto, el paisaje es un gran sistema que articula piezas que difieren mucho entre sí y cuentan con un alto nivel de complejidad.

Paisaje natural,            cultural, construido
En este contexto, el paisajismo es una disciplina que, al igual que la arquitectura, busca organizar y darle forma al espacio. Se diferencia de ésta en los materiales con los que trabaja y en el campo de acción.
Es necesario conocer el funcionamiento individual y la dinámica grupal de los elementos que lo componen para lograr entender su funcionamiento y armar un plan de manejo y ordenamiento territorial (de acuerdo a la escala en la que se intervenga) que aborde las necesidades del sistema en sí y de las personas que harán uso de éste.
Como dijo Heidegger, “un sitio se hace lugar cuando nos apropiamos culturalmente de él”. Y si hay algo que le gustó al hombre desde sus orígenes es justamente apropiarse de lo que tiene a su alrededor. Desde la planificación urbana de las grandes ciudades; hasta una simple construcción entre medianeras podemos encontrar diferentes escalas de paisaje. Todas ellas interactúan y modifican de diversas maneras al lugar, logrando así la característica distintiva que hace de ese sitio, algo único.
Sin importar la escala desde donde se lo aborde, la intervención paisajística lo que busca es dotar a un espacio de una belleza natural que lo haga único y, de esta manera, permitirle al hombre cumplir el sueño de reencontrarse con ese edén o paraíso perdido que siempre quiso recuperar

(*) Es Licenciada en Planificación y Diseño del Paisaje (UBA) y Directora del Estudio APPaisajismo, especializado en obras de diseño, ejecución y seguimiento de espacios verdes.
andrea@appaisajismo.com.ar / www.appaisajismo.com.ar