El fenómeno de las torres en la ciudad de Buenos Aires
Por Laura Calabro / Laura Marcos / Sabrina Lezama / Mirta Lezcano / Nacho Sánchez / Jorge Yagusz
Estudiantes de Urbanismo de la Universidad Nacional de General Sarmiento
Desde hace algunos años se ha instalado en Buenos Aires una discusión en torno a la problemática de edificación en torre. Esta discusión surge a partir de los múltiples intereses que entran en conflicto con la aparición de un número creciente de construcciones de este tipo, preferentemente en zonas de alta concentración de población y medio o alto poder adquisitivo. Es posible reconocer entre los actores involucrados a los agentes que operan en el mercado del suelo, como inmobiliarios, los desarrolladores, el Estado y los vecinos próximos a las nuevas torres, entre otros.
Las “torres” son edificios de perímetro libre que se caracterizan por estar rodeados de espacios verdes (en algunos casos destinados a estacionamiento), poseer equipamientos de uso colectivo y superar ampliamente los diez pisos de altura. Este tipo de edificación construye su morfología favorecida por una normativa que regula la ocupación del suelo que le permite conseguir premios (dependiendo de cada distrito) y ganar en altura. La ciudad que hoy podemos observar es el resultado de la aplicación de leyes que en distintos momentos trataron de reflejar la ideología que regía a una época, como por ejemplo la de construir una ciudad nueva sobre la ciudad existente.
Estas intervenciones generan un impacto sobre la estructura socio-económica y ambiental de la ciudad, afectando a los vecinos: presionando el entorno; generando conos de sombra; destruyendo el paisaje; reduciendo los espacios verdes; incrementando la polución del aire y los ruidos molestos; acentuando los problemas de tránsito y transporte; aumentando la densidad de población; saturando los servicios básicos esenciales (luz, gas, cloacas); etc. Desde esta perspectiva, es indispensable un papel protagónico del gobierno local promoviendo un ordenamiento territorial que pondere la calidad de vida, los servicios y el medio ambiente.
Francisco Brun:
Comparto absolutamente lo dicho por los autores de esta nota, soy muy crítico con respecto al crecimiento de nuestra ciudad (Ciudad autónoma + Gran Bs. As.), en mi opinión es un crecimiento desmedido, desproporcionado, injusto y agregaría alocado; pero surgen de inmediato varias preguntas a responder, ¿Que tenemos que hacer?, ¿Dónde se encuentra el enemigo?, ¿Cómo y dónde debemos de librar la batalla para cambiar el rumbo de algo que parece demencial?
Pienso que estas respuestas no son tan simples de responder, doy como ejemplo uno muy sencillo, en particular como arquitecto he experimentado situaciones de falta de trabajo, son momentos desagradables, difíciles, en donde uno se cuestiona infinidad de cosas, incluyendo la profesión que uno adoptó, pues bien, debo decir con sinceridad, que si en esas épocas de vacas flacas alguien me hubiera ofrecido realizar una torre en un tranquilo barrio de casas bajas, no creo que hubiera podido decir que no, sabiendo que el retraso en la cuota del colegio de los chicos era importante, o que las reparaciones del techo de mi casa no soportarían otro invierno, si, por supuesto, me dirán ustedes que los principios están por encima de las necesidades, seguramente que sí, pero solo hasta determinados límites, aclaro, que otra cosa es la ambición desmedida, en donde los principios poco importan, solo se trata de ganar dinero; y entonces a partir de aquí comienza el problema de saber a dónde se encuentran los límites para hacer la ciudad.
Algunos aspectos sueltos podrían ser: la industria de la construcción, el costo del m2 edificado de Palermo, comparado con el de José León Suárez, y tantos otros, como verán, si analizan las preguntas del principio, las mismas no son tan simples de responder,… pero tampoco imposibles.