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Cuando la tierra se mueve

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Pensamos que los terremotos tienen relación con los cambios atmosféricos que enfrenta la humanidad, producto de la tala indiscriminada de bosques y la contaminación del agua y el aire. Pero en realidad, los seísmos, como el del pasado 27 de febrero en Chile, se deben al desplazamiento de placas tectónicas que todavía siguen acomodándose en la Tierra.
Un temblor es un movimiento ondulatorio de la corteza terrestre. Cualquiera que sea la dirección real de la fuerza sísmica en cada caso, siempre será posible considerarla como formada por tres componentes: una vertical y dos horizontales, normales entre sí. La vertical tiene una dirección bien definida y es absorbida por el peso propio, pero las horizontales pueden tomar cualquiera de las infinitas direcciones que forman el plano horizontal. ¿Cuál será la dirección efectiva en el momento del sismo? Es algo que por ahora no puede predecirse; de allí que las prevenciones antisísmicas para proteger un edificio se desarrollen siempre en dos direcciones ortogonales, que se eligen coincidentes con las direcciones de la planta de una construcción.
Una vasta región de nuestro país ha sido declarada zona sísmica. Por tal motivo, se creó el Instituto Nacional de Prevención Sísmica (INPRES), con el objeto de estudiar el fenómeno de los sismos y dictar normas. Este organismo ha puesto en vigencia las “Normas Antisísmicas Argentinas, NAA 80”, a partir de 1981.
Contrariamente a lo que muchos piensan, los edificios no se calculan antisísmicos, sino que se los proyecta antisísmicos. Si la obra sufre un colapso no será antisísmica, aunque el cálculo si lo sea, o lo pretenda demostrar.
Para la valoración cuantitativa de las fuerzas de un sismo, se toman en cuenta varios factores como: la zona de ubicación de la obra –de acuerdo a la zona en la que fue dividido el país por las NNA 80, mencionadas–, el destino del edificio, las características de sus estructura, la naturaleza de las cargas accidentales y la influencia del suelo y el período de oscilación de la construcción.
Puede resultar algo difícil de entender lo expresado en el párrafo anterior, pero lo cierto es que, de los factores enumerados, resultan unos coeficientes para el cálculo, que nos permiten formarnos una idea clara de cuál es la posición que ocupará el edificio en la escala de riesgo y seguridad.
La diferencia en los daños ocasionados en los terremotos de Haití y Chile, se debe a que, en el país caribeño, las construcciones eran muy precarias y sin tener en cuenta ninguna norma antisísmica, en cambio, en el país vecino, sucedió todo lo contrario.
También es cierto, que en Chile vimos edificios nuevos colapsados, pero como lo explicó muy bien la Ministra de Vivienda de Chile a los periodistas: “puede suceder que por más que esté correctamente diseñado un edificio y calculada su estructura para afrontar los sismos, su materialización constructiva haya sido mala” En otras palabras, que los constructores y quienes fiscalizan las obras de vivienda social hayan cometido actos de corrupción para abaratar su construcción.
Queda para otra entrega lo más importante: saber qué debemos hacer antes, durante y después de un terremoto. Pero confiamos que esta nota no la escribiremos, porque, hasta entonces, seguramente los organismos encargados de la defensa civil de nuestras ciudades habrán hecho una intensa y calificada campaña de prevención de terremotos.

Fuente: http://www.avosciudad.com

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