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Crecimiento Racional de las Ciudades

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Por Arq. Jorge Aslan, Aslan y Ezcurra y asoc.,
(www.aslanyezcurra.com.ar)

La gran preocupación es que las ciudades crecen en forma irracional, y allí hay que hacer foco. La ciudad es un ente vivo que tiene, básicamente, espacio público y privado y que se regula por leyes nacionales y propias. Una de esas leyes que es poco conocida, por los que no son intervinientes en la construcción de ciudades, es el código de planeamiento urbano, para tomar el caso de Buenos Aires.

El primer problema es cuál es el límite de la ciudad de Buenos Aires. El límite geográfico está claro: entre la Av. General Paz, el Río de la Plata y el Riachuelo, prácticamente está marcado cuál es el territorio de los 20000 km2 que tiene la ciudad de Buenos Aires.  Pero la irracionalidad viene, no solo por el crecimiento exponencial de los bordes de la ciudad, que hace que se convierta en un conglomerado urbano donde tienen intervención de todo tipo.

El crecimiento racional implica que la ciudad está diseñada para determinada cantidad de habitantes, que se agota en sí misma y da origen a otra ciudad en otro entorno, que también es diseñada para una determinada cantidad de habitantes.

La ciudad de Buenos Aires es en gran parte dormitorio, porque ha mantenido 3 millones y medio de habitantes. Muchos se van de la ciudad y muchos vienen a la ciudad, pero es tan elástico que esos tres millones se transforman en 6 millones que usan la ciudad, y esto produce todo tipo de irracionalidad. Mientras el espacio público tiende a ser único, entendiendo por espacio público el límite entre la calle y lo privado. Lo privado podrá construirse, destruirse y lo público seguir siendo igual. Y al ser lo mismo aparece inmediatamente el problema del transporte público y privado.

Cada auto son 8 m2 que se trasladan, que trasladan muchas veces a una sola persona, que ocupan un espacio y contaminan. Ocupan una parte del espacio público. Creo en un centro altamente densificado, con edificios de altura, pues la ciudad es un organismo tan rico que atrae multifunciones. La riqueza de la ciudad es el intercambio, la cultura, la educación, la sanidad.

Ejemplo del crecimiento irracional es el nuevo barrio de Puerto Madero. Este tenía previsto una cantidad de un millón quinientos mil metros cuadrados de construcción, y tiene los accesos totalmente desbordados y todavía faltan muchos metros para construir, está bastante vacío y, sin embargo, para entrar o salir en una hora pico la espera es muy grande. Está mal dimensionado lo que es el paso del agua a través de los puentes, sobre todo en la calle córdoba. El tema está en el subsuelo, con el transporte público caro que nos presenta la red de subterráneos o se podrían colocar trenes aéreos sin modificar mucho la traza.

En la ciudad aparece el problema de la necesidad de construir más inmuebles y preservar su carácter. Por ejemplo, en este momento, nadie puede tocar un edificio construido antes del año 1941 sin pedirle permiso a las autoridades para demolerlo. Esa fecha tan arbitraria parece que esté determinando lo viejo de lo nuevo. La situación del carácter de la ciudad es entendible. Palermo viejo o Soho tienen un carácter que sería diferente si estuviera colmado de edificios en altura, entonces respeto las plantas bajas, los primeros pisos, los atributos de las fachadas en algunos casos, pero no por tener edad las cosas hay que conservarlas. La ciudad con edificios en altura da aire, da jardinería. La inseguridad obliga a que esa jardinería sea privadísima, y eso es otra historia, entonces el urbanismo tiene que condecirse con los temas de rigor.

En el espacio público se presenta el problema que es de todos y al mismo tiempo de nadie. Por eso aparecen las rejas en las plazas, para que la gente entienda que así se las conserva. Nadie puede negar que las plazas están mejor cuidadas si tienen puerta de acceso. Resulta chocante y contradictorio, pero es así.

En el límite sur de la ciudad de Buenos Aires está la máxima desgracia urbana: el Riachuelo. Una de las cosas más lindas que hay en sus orillas es la forma de vivir, la costa, ver arte en PROA. Todo eso es maravilloso, pero es una estafa pública lo que hacen las empresas que tiran los desperdicios aguas arriba, problema que en 1000 días iba a resolver María Julia Alsogaray y todo aquel que toma un cargo público y pretende ver el problema.

También debería invertirse dinero en la red cloacal, pues si tiene caños de un determinado diámetro que ya están sobrepasados, tendrían que mejorarse. Es lo mismo que hacerse un Bypass. Si está obstaculizado el tránsito de la sangre se corta en dos lados y se hace un ramal nuevo. En este sentido, como ente vivo, la ciudad tiene una cantidad de deberes, pero tiene que tener recursos pues no produce tanto como la necesidad invertida.
Por último, en los alrededores se localizan los asentamientos de las personas que viven más cerca de sus trabajos, que migraron desde el interior por problemas de falta de atracción en los otros polos urbanos del país. Si todo confluye a Buenos Aires, también la gente. De alguna manera se fueron amontonando en la ciudad. Las reacciones a eso son la vida en los suburbios. Que se da distinto en la ciudad de Buenos Aires.

La solución al crecimiento irracional la dan las ciudades nuevas que se crean en función de las alternativas de trabajo que facilitan la implantación. Pero en Argentina no hay ciudades nuevas.

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