¿Qué tienen en común la cafetera, un cepillo de dientes eléctrico, un altavoz y unos guantes? Nada, salvo que uno compre modelos con un módulo bluetooth.
De ese modo, todos se pueden comunicar con smartphones o tablets. El guante, por ejemplo, se convierte en un auricular extendiendo el dedo gordo y el pequeño, porque el accesorio lleva también un micrófono y un altavoz incorporados.
A veces, el uso del bluetooth es realmente discutible. “Sin duda hay casos en los que no tiene sentido”, señala Nico Jurran, de la revista especializada “c’t”. Por ejemplo, tiene bastantes dudas sobre la utilidad de un cepillo de dientes con bluetooth.
El fabricante promete ayuda a la hora de la limpieza y consejos personalizados para el cepillado. “Suena poco serio”, opina, porque “a largo plazo nadie va a estar mirando el smartphone mientras se lava los dientes para recibir asesoramiento”.
En cambio, el bluetooth es casi imprescidible en muchos de los nuevos dispositivos de fitness y monitores de salud en los que se trata de controlar el propio rendimiento. Por ejemplo, cinturones de abdominales, balanzas o pulseras de fitness que envían los datos registrados directamente a un dispositivo móvil que puede mostrarlos y valorarlos.

Los aparatos utilizan para ello normalmente bluetooth 4.0, señala Jurran. Este nuevo estándar, que también se llama Bluetooth Low Energy (LE) o Bluetooth Smart, permite, a diferencia de anteriores versiones, un modo stand by que ahorra energía y que se conecta en un ancho de banda más pequeño. “Eso ahorra electricidad y hace que las baterías duren más tiempo”, señala Jurran.
Aunque el bluetooth es un tipo de energía bastante eficiente, las baterías consumen siempre electricidad. Por eso, por ejemplo en los reproductores de música puede tener sentido renunciar a la conexión inalámbrica y usar un cable, recomienda la organización alemana de defensa del consumidor Stiftung Warentest. Las baterías de los altavoces duran así más tiempo. Y todo aparato bluetooth suele traer también un cable para su uso opcional.
El valor añadido del bluetooth se amplía con la combinación con las aplicaciones disponibles, pero es una tecnología que se ha impuesto sobre todo por la calidad de la conexión. “El bluetooth consume muchísima menos energía en comparación con el WLAN”, explica el experto Johannes Weicksel.
Además, con sus distintos perfiles se puede aplicar individualmente a distintos aparatos, según necesidad, y ofrece una conexión permanente, a demanda o de dos canales, añade. Debido a esa flexibilidad se ha impuesto también como la tecnología inalámbrica más habitual.
Para que haya una conexión, los aparatos tienen que manejar los mismos estándares. Por ejemplo, Bluetooth Smart se comunica a partir del iPhone 4S o Windows Phone 8.1, señala Nico Jurran. En caso de aparatos Android no sólo depende de si cuentan con un chip Bluetooth Smart, sino que “sólo funciona a partir de la versión 4.3″. Por eso es importante cerciorarse de las exigencias técnicas de un aparato con bluetooth antes de comprarlo.
Respecto de las aplicaciones, en “Android e iOS la oferta no es un problema”, explica Jurran. Pero en Windows Phone o Blackberry puede ser un criterio excluyente.
dpa