Aleph, los nanosatélites argentinos que buscan develar los secretos de la Tierra

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Aleph es el nombre de la constelación de nanosatélites que Emiliano Kargieman, fundador y CEO de Satellogic, ideó y que decidió bautizar con ese nombre en honor al escritor, según cuenta en diálogo con Infobae.

satelites

En la actualidad ya hay seis de estos satélites en órbita: Capitán Beto, Manolito, Tita, Fresco, Batata y Milanesat. Todos con un indistinguible sello argentino, como esta empresa local fundada en 2010 y que hoy cuenta con cinco sedes.

En Buenos Aires se realiza el diseño de los satélites-que se construye con materia prima de unos 35 proveedores de diferentes partes del mundo-; en Montevideo se ensamblan los componentes; en Tel Aviv y Barcelona se desarrolla el software de procesamiento y análisis de datos; y en San Francisco están las oficinas comerciales.

Pronto se sumarán dos nuevos satélites a la constelación: Ada, en honor a Lovelace, la primera primera programadora de la historia y Maryam, por Mirzajani, la matemática iraní que se convirtió en la primera mujer en recibir el premio Medalla Fields.

Los nanosatélites pesan 40 kilos, tienen una altura de 80 centímetros y orbitan a 500 kilómetros de la Tierra

Pero esos ocho nanosatélites no serán los únicos que conformarán este Aleph espacial. El objetivo es llegar a 12 para 2018, alcanzar los 100 en 2019 y tener unos 300 en el espacio hacia fines de 2020. Así lo anunció Satellogic en el marco de una conferencia que ofreció junto a Microsoft, que le provee el servicio de su nube Azure para el procesamiento de datos. Esta alianza llega para potenciar la mega expansión que se propuso la compañía argentina.

Todos esos datos, recopilados y procesados por medio de Big Data y machine learning se pueden emplear para optimizar el uso de recursos, controlar fronteras, mejorar la eficiencia del uso de agua y herbicidas en la industria del agro, así como para prevenir desastres naturales.

Los pequeños satélites tienen 80 centímetros de alto, pesan 40 kilos y orbitan a 500 kilómetros de la Tierra. Están hechos de carbono, fibra de aluminio, lentes y espejos, entre otros elementos. Cuentan con componentes similares a los de una cámara digital y permiten obtener imágenes hiperespectrales de alta resolución.

Además integran paneles solares y cuentan con un sistema de propulsión que les permite cambiar de rumbo, por ejemplo, para evitar algún choque. Su trayecto está monitoreado por radares que siguen la ubicación y, en caso de riesgo de colisión se envía una notificación a la compañía, con varios días de antelación, para que lo evite.

El gran beneficio de estos satélite es que son simples de desarrollar y tiene un costo menor a los tradicionales. “Salen más de 100 mil y menos de un millón de dólares”, responde Kargieman

Armarlos lleva unas tres semanas, tienen una vida útil de tres años y pasado ese lapso se desintegran en el espacio. Tardan unos 90 minutos en dar la vuelta a la Tierra y en ese viaje retratan todo lo que ocurre en cada rincón del planeta.

“La idea es proveer la infraestructura y la capacidad de análisis para empoderar a las empresas y apoyar su crecimiento”, analiza Ezequiel Glinsky, director de Proyectos de Transformación Digital de Microsoft Argentina.

Los nanosatélites recopilan imágenes del espacio, que son enviadas a la nube de Microsoft. Allí, por medio de inteligencia artificial y aprendizaje automático, los datos se procesan y clasifican. Así, se puede distinguir, en tiempo real, qué representa cada elemento u objeto en para luego evaluar qué aplicación se le puede dar a esa información.

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