Samsung presentó hoy en el Mobile World Congress de Barcelona sus dos nuevos modelos insignia, el Galaxy S7 y el S7 Edge, pero para poder ver las novedades hay que mirar con mucha atención.
Los cambios están sobre todo en el detalle. “Samsung ha aprendido a escuchar”, afirmó el directivo de la firma surcoreana DJ Koh durante la presentación en la ciudad catalana. En concreto, esto traducido significa que los modelos añaden solo aquellas funciones que los usuarios echaban de menos en sus antecesores.
Las modificaciones sutiles en el diseño se notan sobre todo en el Edge, de 5,5 pulgadas. Las esquinas son más redondeadas y las transiciones más fluidas. La angulosa tapa trasera del teléfono, que fue muy criticada, está hecha ahora de cristal redondeado, lo que hace que sea mucho más agradable al tacto.
La batería sigue sin ser intercambiable, pero la memoria sí se puede ampliar con una tarjeta SD. Además, los dos smartphones son resistentes al agua con una categoría de IP 68, es decir que aguantan media hora sumergidos a una profundidad de hasta 1,5 metros de agua dulce.
No están preparados por tanto para ir a bucear, pero sí para cualquier accidente doméstico o un día lluvioso. “Ya no hay que preocuparse por la lluvia”, señala el gerente de producto Patrick Pfaff.
Por dentro, en el hardware, los coreanos han pisado el acelerador: en torno a un 30 por ciento más de rendimiento del procesador y unos gráficos que mejoran en un 66 por ciento. Para que el procesador no se caliente ante tanto uso intensivo, se ha incorporado un sistema de enfriamiento líquido.
Samsung también quiere atraer a los jugadores de videojuegos con sus nuevos modelos. Una interfaz gráfica llamada “Volcán” promete generar visualizaciones similares a una PC y junto con las gafas de realidad virtual Gear VR se añade la tercera dimensión en los juegos.
Los nuevos teléfonos se adaptan al último modelo de gafas presentado, por ahora no está prevista una actualización. Quizás también por eso los dos celulares se siguen cargando vía micro USB 2.0 y no a través del nuevo USB Tipo C.
La compañía explora nuevos caminos también con la cámara. En vez de 16 hay 12 megapíxeles de resolución, pero a cambio puntos de enfoque más grandes y más sensibles a la luz, un autofoco más rápido y algunas nuevas funciones como la de videos panorámicos breves.
La cámara prácticamente no sobresale de la parte posterior, apenas menos de un milímetro respecto del marco.
También cuenta con la tecnología de recarga inalámbrica de sus antecesores Powermat, que no está muy extendida en general en el mercado.
Los teléfonos se venderán a partir del 11 de marzo en Europa a un precio de 700 euros el Galaxy S7 (771 dólares) a 800 euros (unos 880 dólares) el Galaxy S7 Edge. Al ser ampliable, la memoria de los modelos en general es de 32 GB. “Eso debería ser suficiente”, señala Pfaff.
Dpa