Daydream View es el nombre de las gafas de realidad virtual (VR) para smartphones de Google, un producto que parece sacado de un catálogo de la empresa de muebles sueca Ikea por su diseño minimalista y recubierto de tela.

Sin embargo, estas gafas presentadas en octubre y que ya se pueden comprar son más que un simple objeto decorativo de moda: constituyen la entrada al mundo de la realidad virtual y de 360 grados de Google.

Para hacerlo se necesitan en primer lugar las gafas -a unos 69 euros-, el mando vía bluetooth que viene incorporado con tres botones y controles táctiles, así como un smartphone. Por ahora, los únicos que funcionan son Pixel y Pixel XL, los teléfonos propios de Google y que se venden por entre 760 y casi 1.050 euros.

Las gafas se acoplan de forma muy sencilla al smartphone. En cuanto el teléfono se coloca en la parte delantera de las gafas, se instala el software necesario en el celular y éste se pone en modo VR. Hay que cerrar la tapa de las gafas y ya está.

Pero ojo, queda el mando. En cuanto se aprieta el botón inferior, se convierte en un dedo índice digital en el mundo virtual. Con el controlador en la mano se pueden seleccionar las opciones en los menús, se activan los íconos o los juegos. Esto funciona sorprendentemente bien, mucho mejor que con otras gafas VR para el smartphone que se manejan, por ejemplo, con un touchpad colocado en uno de los lados del aparato.

¿Pero qué veremos en el sueño diurno de Google? Primero que nada una pradera colorida junto a un río con íconos flotantes que sirven para elegir películas VR, panorámicas de 360 grados, juegos u otros contenidos.

Los contenidos que realmente se disfrutan son aquellos producidos especialmente para VR, como videos en 360 grados, juegos o Google Street View, el resto también se puede consumir con las gafas, pero el efecto no es impactante. Con las gafas Daydream View en la cabeza y el smartphone delante de los ojos, uno realmente se siente en medio de todo, puede mirar arriba y abajo, girarse y explorar de forma virtual. Los fiordos noruegos, el Taj Mahal y otros lugares emblemáticos de todo el mundo se encuentran de golpe al alcance de nuestra mano.

La elevada resolución de la pantalla del Pixel XL (utilizado en esta prueba), de 2.560 x 1.440 píxeles, y situado tan cerca de los ojos produce una imagen realmente buena sin pixelado. Sin embargo, en los extremos la imagen se hace menos nítida.

Algo que causa molestia es que en los lentes de las gafas se junta polvo con relativa facilidad y eso afecta la visión. Además, entra demasiada luz por los costados y causa reflejos en las lentes. No es buena idea, por tanto, “soñar de día” en un parque a pleno sol o bajo luces de neón.

Con el tiempo, las gafas, que resultan muy cómodas, se van sintiendo, sin embargo, pesadas. No se aguantan durante todo el tiempo que dura una película sin hacer una pausa. Además, el smartphone se calienta mucho y se gasta la batería debido a la enorme exigencia al que es sometido por la necesidad de alto rendimiento y conexiones en streaming. Si uno quiere estar varias horas con las gafas, hay que permanecer enchufado a la red eléctrica.

Pese a todo ello, Daydream View de Google es uno de los mejores conceptos que existen de realidad virtual para el celular. Las gafas son cómodas, son sencillas de usar y hay bastante oferta de contenidos.

El mayor inconveniente es el precio. Las gafas en sí no son caras (69 euros), pero la versión más pequeña del Pixel cuesta unos 760 euros, el Pixel XL se vende a partir de unos 899 euros. En el futuro saldrán otros terminales compatibles, entre otros de Huawei, Xiami, Asus, Motorola, HTC o Samsung, pero su precio tampoco será módico teniendo en cuenta las exigencias de hardware que requiere esta tecnología.

dpa