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Bosque nativo: un aliado estratégico para el balance hídrico de la Cuenca del Morro

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Forestación, buenas prácticas agrícolas y protección de bosques nativos aparecen como los pilares fundamentales del Plan de Estabilización Hídrica de la Cuenca del Morro, impulsado por el Ministerio de Medio Ambiente, Campo y Producción. Diversos estudios realizados por organismos nacionales determinan que la capacidad de regulación hídrica del ecosistema de bosque nativo es una característica única e irremplazable en su magnitud y continuidad. A diferencia de los pastos (que utilizan agua de los estratos superficiales), los arbustos pueden llegar a niveles más profundos y tener raíces más penetrantes y absorbentes.

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Retención y sustracción de agua continua a lo largo del año, desde la superficie hasta grandes profundidades y por toda el área, sólo puede lograrse con la presencia conjunta de árboles, arbustos y hierbas (bosque nativo) que sobrevivan y se reproduzcan en el lugar, bajo el clima imperante.

Utilizando imágenes satelitales Landsat 5 TM y mediciones de campo, especialistas de diferentes entidades nacionales determinaron que la eliminación del estrato arbustivo en un bosque seco del centro de Argentina disminuye la evapotranspiración a escala regional y aumenta la cantidad de agua almacenada en el perfil de suelo.

La recategorización de bosques nativos aparece como uno de los pilares fundamentales al interior del proyecto de Estabilización Hídrica de la Cuenca del Morro. A partir de esta acción, la cartera medioambiental busca subir la categoría de los bosques (de verde a amarillo) para evitar la deforestación, aprovechar la evapotranspiración y eliminar el exceso hídrico de la zona afectada. Actualmente, la Cuenca dispone de más de 65 mil hectáreas de bosque nativo.

Según estos estudios realizados, después de la extracción del estrato arbustivo ocurren importantes cambios en los componentes del balance de agua del sistema. Si bien, luego de la aplicación del rolado, la biomasa de pastos puede aumentar hasta un 300 % (Blanco et al. 2005), este incremento en biomasa parecería no ser suficiente para compensar la caída de la evapotranspiración por ausencia de la vegetación leñosa.

Cada tipo de vegetación usa los recursos disponibles de manera distinta (Sala 1989, Archer 1995). Los pastos utilizan el agua de los estratos superficiales del suelo, mientras que los arbustos pueden llegar más profundo e inclusive tener raíces profundas y superficiales, que les permiten aprovechar tanto los pequeños como los grandes eventos de precipitación (Sala et al. 1994).

Según especialistas del ministerio provincial “al eliminar los arbustos, se produce un fuerte desbalance en los flujos de agua, quedando mayor cantidad de líquido ‘sin usar’ por el resto de los grupos funcionales que permanecen en el sistema”. Entonces, es probable que la fuerte caída de evapotranspiración y acumulación de agua en sitios rolados impacten en los demás componentes del balance hídrico, como la evaporación directa, la escorrentía o el drenaje profundo.

A fin de reducir el drenaje de agua no sólo se necesita de una tasa de absorción vegetal, sino de un volumen de suelo en profundidad que sirva de almacenador y del cual las raíces puedan extraer ese contenido para su crecimiento.

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