Es Monumento Histórico Nacional desde 1942

Hay goteras y humedad en la cubierta del museo, la residencia, las galerías y la iglesia. Si bien la orden obtuvo el permiso para la intervención del edificio, no cuenta con los fondos para encarar las reparaciones.

En la iglesia. El techo del convento en sí tiene hongos en el ángulo extremo superior. Es de madera, que fue tallada íntegramente a mano. Una obra única que debe ser preservada.

Los muros de tapia y piedra se levantan hasta el cobertizo de tejas coloradas de estilo colonial por fuera. En el silencioso interior, el cielorraso de madera conserva hasta hoy un perfume particular. El convento de San Francisco en el sur de la ciudad, construido en la primera mitad del siglo XVII, es el único vestigio que se conserva en pie del paso de la orden en esta parte del país. Desde hace unos años, las filtraciones y la humedad en las paredes y techos de la iglesia, el museo, el claustro y las galerías están dañando la antigua estructura. Actualmente constituyen una seria preocupación para los representantes de la orden.

La conservación de edificios de esas características constructivas no es tarea sencilla. Fray Juan Buttarazzi, guardián de la iglesia y el museo, estimó que hace unos tres años comenzaron los problemas. “El principal inconveniente son las filtraciones en los techos tanto del museo, el claustro, en las galerías y la iglesia. Este verano se puso más complicado porque llovió mucho. Hay goteras incluso”, precisó el religioso.

Si bien la necesidad de arreglar los techos para evitar que continúe el perjuicio es notable, la orden debía gestionar el permiso para intervenir la estructura ya que está declarado como Monumento Histórico Nacional. Dicho trámite, fue realizado ante la Dirección Nacional de Arquitectura y obtuvo el visto bueno. Pero ahora, lo que falta, son fondos para encarar los trabajos. “No tenemos el dinero. En los próximos días vamos a solicitar una entrevista con autoridades provinciales para ver si podemos gestionar los fondos para los arreglos”, explicó Buttarazzi.

Para el guardián, atender el techo de la iglesia es urgente ya que es de madera de cedro paraguayo, lapacho, algarrobo y quebracho. Es un trabajo de carpintería y talla artesanal exquisito, que está siendo afectado por los hongos que brotan por las goteras.

Una obra única

La orden de los hermanos franciscanos llegó a Santa Fe en la figura de Fray Rivadeneira, con la primera fundación de la ciudad junto a Cayastá. Posteriormente se trasladaron al emplazamiento actual, y en 1673 comenzaron a construir los edificios que habrían de terminarse en 1680, según data en el dintel.

Durante muchos años en la ciudad de Santa Fe, Fray Adriano Rincón se dedicó a los fieles y a predicar. Fueron 47 años y allí también descansa eternamente, ya que sus restos mortales reposan desde el 14 de diciembre de 2011 al pie de la “Inmaculada de Garay”, imagen proveniente de un legado de doña Jerónima de Contreras, hija de Juan de Garay, fundador de Santa Fe la Vieja. Esa imagen de vestir tiene un camarín adosado al templo, construido a instancias de fray Adriano, quien la veneró durante décadas. En su lápida se lee: “No sé si es mucho pedir, es tan linda tu casita, que no me saquen de aquí”.

Fuente: El Litoral de Santa Fe