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Eficiencia energética: los secretos de las etiquetas “A”

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Combatir la crisis energética y el cambio climático también está al alcance de los ciudadanos ¿De qué manera? Tomando todos los recaudos posibles para reducir la demanda mediante un uso racional y sustentable. Un mundo detrás de las etiquetas tipo “A”. Una propuesta para políticas de Estado.

Salvador Gil, analista del sector energético y director de la Carrera de Ingeniería en energía de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), experto que cursó estudios en destacadas casas académicas del exterior, propone una serie de medidas para lograr eficiencia en la utilización de la energía para uso doméstico.

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Si bien reconoce el estímulo del Poder Ejecutivo Nacional, a través del Plan Ahora Eficiencia 12, analiza que “quizás sea un momento adecuado para que las 12 cuotas para la compra de artefactos que usan energía se concentren en aquellos de mayor eficiencia en su género, es decir los que ya tienen etiqueta A”.

Si fuese posible, Gil plantea que sería deseable explorar un impulso adicional a la adquisición de estos equipos que se producen en el país, por ejemplo, disminuyendo su aporte al IVA o aun dando algunas cuotas adicionales para su adquisición.

“De este modo no solo estaríamos promoviendo una reactivación del consumo, sino que al mismo tiempo estaríamos aliviando el costo de las importaciones de energía. Algo similar podría hacerse desde el Estado, requiriendo que todas las compras que se hagan con fondos públicos, se restrinjan a los equipos de mayor eficiencia”, sostiene Salvador Gil.

El especialista asegura que los consumos de energía para calefacción y refrigeración en viviendas y edificios pueden disminuirse en más del 50 por ciento con diseños adecuados y buena aislación térmica, usando productos disponibles en el mercado y las normas de aislación térmica existentes.

Puso algunos ejemplos: una heladera actual utiliza un tercio de la energía que en 1973. En promedio tiene 20 por ciento más de capacidad de almacenamiento y cuesta la mitad de los antiguos equipos, cuando se corrige por inflación. Las lámparas de bajo consumo utilizan entre un cuarto a un quinto de las tradicionales a filamento.

“El mayor costo inicial de los productos más eficientes, se compensa con ahorros en la factura de energía durante su vida útil”, destacó.Además, agrega que al usar menos combustibles para hacer las mismas actividades, se disminuye el costo de las facturas de los usuarios y en consecuencia se reduce la necesidad de ampliar la infraestructura eléctrica.

“Solo a modo de ejemplo, en el sector residencial, comercial y oficial, un recambio de equipos de calentamiento de agua, por los más eficientes, es decir los categoría A en etiquetado energético, combinado con sistemas economizadores de agua, aireadores y limitadores de flujo, que son de muy bajo costo (entre 10 a 20 U$S por vivienda), podría generar ahorros de consumo de entre 7 y 10 millones de m3/día, equivalente a una fracción importante de las importaciones de gas actuales y a unos 2 mil millones de U$S al año en gas natural licuado (GNL)”, grafica.

Si se realizara un recambio total de equipos, a unos 400 dólares por artefacto, el costo anual sería de unos 400 millones de dólares al año, por lo que se lograría un ahorro neto de 1,6 mil millones de dólares al año al final del programa de recambio, a la par que se promovería un importante desarrollo de la industria nacional.

“El Uso Racional y Eficiente de la Energía (UREE) es el fruto más bajo y más cercano a nuestras manos y quizás el menos explotado, de los recursos energéticos actuales”, analiza Gil.

Fuente: Eficiencia Energética

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